La tercera jornada de altercados tras la sentencia condenatoria del ‘procés’ ha sido la más violenta. Los Comités de Defensa de la República quieren ser más que Tsunami Democràtic, y se han organizado perfectamente con técnicas de guerrilla urbana, que preocupan a los cuerpos de seguridad.
Las calles de Barcelona comenzaron a llenarse a las 19 horas, cuando los CDR se citaron para protestar por la actuación policial durante estos días. Indicaron que llevaran rollos de papel higiénico porque había “mucha mierda que limpiar” y se concentraron ante la Consejería del Interior. La noche parecía que iba a ser más tranquila, pero pronto –cuando arrancaron las vallas que protegían el edificio- el escenario se tornó violento.
La organización tan medida preocupa a los agentes, “hay una coordinación no vista hasta ahora”, asegura el portavoz del sindicato de los Mossos FEPOL. “Son técnicas de guerrilla urbana claramente. Quedan en un punto y después se dispersan”. Y eso hicieron, se distribuyeron por múltiples calles, levantando barricadas y hogueras cada vez más perfeccionadas. Andamios, contenedores, basura, cartones, vallas, macetas, semáforos, tabiques de locales comerciales y hasta extintores. Todo vale para conseguir una llamarada de varios metros de altura y evitar el paso de los furgones policiales. Para conseguir este objetivo, también utilizan un líquido inflamable. La quema de vehículos es una consecuencia del tamaño de estas barricadas.
Los más radicales llevan su equipamiento básico: sudadera oscura con capucha y algo que les cubra la cara –pañuelo o pasamontañas-, a ser posible rociado en vinagre o cola para neutralizar el gas lacrimógeno. No puede faltar la mochila, donde llevan todo tipo de objetos para lanzar a los agentes: clavos, tornillos, ácido, cócteles molotov, canicas, piedras e incluso bolas de acero. Esta última técnica es la que más está sorprendiendo a las fuerzas de seguridad y es muy peligrosa. Lanzadas con un tirachinas, hacen verdaderos agujeros en la carrocería de los coches y furgones. Cuando se les acaba el material, arrancan los adoquines de la calle para lanzarlos. Usan técnicas rudimentarias también, como echar jabón al suelo para que la policía resbale.
Tras cada carga policial, nuevas respuestas. Lanzaron hasta cinco proyectiles pirotécnicos d’Esquadra, que sobrevuela la zona con más disturbios. No les preocupa nada, porque su organización les lleva a tener hasta personal sanitario propio. Se organizan a través del móvil en pequeños grupos dispersos, con objetivos concretos. Se aseguran de que en los dispositivos no haya nada que les pueda comprometer.
La noche del 16 de octubre dejó un escenario de terror, con personas huyendo de sus casas, 400 contenedores quemados, 32 detenidos y 46 agentes heridos.