El ciclo de Susana Díaz ha terminado. La que fuera todopoderosa baronesa andaluza que muchos en su partido veían como presidenta del Gobierno está finiquitada para la dirección del PSOE. De "irrelevante" ha llegado a calificar Ferraz su permanencia al frente de la secretaría general del PSOE andaluz después de perder las primarias con Juan Espadas. Aún así en el partido hay malestar, crece la presión y esperan que dimita.
"Tocada por los dioses del socialismo", "un animal político", "la reina del sur", "arrolladora", "poderío andaluz"... Todo eso han dicho los socialistas de Susana Díaz cuando estaba en lo más alto y nadie le tosía en el partido. Era la presidenta de la Junta de Andalucía, la comunidad más importante para el PSOE, y aspiraba a dar el salto a la política nacional por aclamación. Pero Díaz se equivocó con algunos movimientos erráticos que han dado al traste con su carrera política. Estos son los momentos cruciales en la caída de Susana Díaz.
Todo se desencadenó en 2014. Tras la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba por el batacazo en las elecciones europeas, la mayoría de los barones socialistas y muchos empresarios pidieron a Susana Díaz un paso al frente para liderar el partido. Ella era la protagonista, presidenta de la Junta de Andalucía y guardiana de las esencias del socialismo. Pero Díaz quería esperar y llegar a Madrid casi por aclamación, no estaba dispuesta a presentarse a unas primarias, correr el riesgo perderlas y poner en peligro su liderazgo en Andalucía.
El objetivo era parar a Eduardo Madina, el candidato de Rubalcaba. Y es precisamente Susana Díaz la que bendice a Pedro Sánchez, prácticamente un desconocido, como candidato y le aupó a la Secretaría General con todo el poder de la militancia andaluza. En aquél momento se le atribuye a Díaz una frase que la ha perseguido: "Este chico no vale, pero nos vale". La andaluza, que pretendía ganar tiempo antes de cruzar Despeñaperros y dar su salto a Madrid, se arrepintió de la jugada a los pocos meses. Pedro Sánchez marcó perfil propio, defendió su autonomía y se quedó en la silla. Su equipo se encargó de transmitir que no era un "títere" de Susana Díaz.
Desde entonces el tira y afloja Susana Díaz-Pedro Sánchez ha sido constante. Los momentos más convulsos llegaron en 2016. Tras las elecciones repetidas de 2016, con el PSOE en mínimos históricos, Pedro Sáchez se negó a facilitar la investidura de Mariano Rajoy con su "no es no". Apostaba por formar un Gobierno alternativo con independentistas, nacionalistas y Podemos.
La tensión en el partido era extrema. Susana Díaz provocó la disolución de la Ejecutiva. Fue célebre la sentencia de una de sus afines, Verónica Pérez: "En este momento, la única autoridad en el PSOE soy yo". Díaz lideró el traumático Comité Federal del 1 de octubre que partió al PSOE por la mitad y forzó la dimisión de Sánchez entre llantos, gritos y acusaciones de pucherazos.
Ese episodio culminó en 2017 con unas primarias. Pedro Sánchez, defenestrado, se presentó después de coger su Peugeot 407 y recorrerse España durmiendo en las casas de los militantes. Ella también con todo el poder del aparato y de los referentes históricos del partido detrás como Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba y José Luis Rodríguez Zapatero. Pero se equivocó otra vez. No supo valorar el sentir de la militancia y Sánchez la arrolló.
Susana Díaz se replegó en Andalucía aunque aquellas heridas siempre han permanecido abiertas y la desconfianza ha marcado sus relaciones con Sánchez. Uno de los momentos clave en la caída de la andaluza fue en 2018. Ganó las elecciones autonómicas en Andalucía pero no con los votos suficientes para evitar un Gobierno del PP con Ciudadanos y apoyado por Vox.
El PSOE perdió casi 500.000 votos. El golpe fue durísimo, los socialistas abandonaron la Junta de Andalucía después de 36 años ininterrumpidos de poder. Susana Díaz no dimitó. Siguió como secretaria general y se convirtió en la líder de la oposición al popular Juanma Moreno en la Parlamento andaluz. Para muchos socialistas ese fue el momento en el que se tendría que haber retirado de una forma digna.
Desde entonces Ferraz ha dado por amortizada a Susana Díaz. La consideraba una candidata desgastada ante un Moreno crecido en las encuestas. El adelanto electoral de Isabel Díaz Ayuso en Madrid fue la excusa perfecta para que la dirección federal forzase el adelanto de las primarias en Andalucía para elegir a su candidato a la presidencia de la Junta
El PSOE no quería Díaz como cartel electoral y bendijo a Juan Espadas, alcalde de Sevilla, como candidato de la unidad y del cambio. Díaz quiso dar su última batalla y se presentó a las primarias revindicándose como la candidata de la militancia sin tutelas de Ferraz. Pero los afiliados le han dado la espalda y una derrota, un 38% de los votos frente al 55% de Espadas. Sigue siendo diputada en el Parlamento andaluz y no quiere renunciar a su cargo orgánico, secretaria general del PSOE-A, hasta el próximo congreso ordinario de final de año. Pero la presión arrecia y du carrera política tiene los días contados.