Desde que salieron a la luz, las imágenes de Iñaki Urdangarin dando un paseo por la playa en actitud cariñosa con su compañera de trabajo, Ainhoa Armentia, han causado tal revuelo, que han situado a ambos en el centro de la noticia. Sin duda, es el tema del momento.
Sin que aún la Infanta Cristina se haya pronunciado al respecto de la que, parece, sería la nueva relación de su todavía marido, junto a quien lleva 24 años de matrimonio, poco a poco van conociéndose más detalles sobre el nuevo idilio amoroso del exduque de Palma. Y también sobre cómo se consiguieron las fotografías.
A pesar de que se ha especulado con que el propio Urdangarin habría facilitado la realización de las imágenes para hacer pública su separación de la madre de sus cuatro hijos -con quien atravesaría una grave crisis desde hace un tiempo- y forzar un divorcio que ella se negaría a concederle por 'mantener las apariencias', nada hay de cierto en estos rumores.
Este viernes 'El programa de Ana Rosa' ha desvelado quién hizo las fotografías, cómo las hizo y cómo las vendió y, aunque parezca mentira, todo ha sido fruto de una casualidad y de estar en el lugar adecuado en el momento oportuno.
Y es que la persona que captó a Iñaki Urdangarin con Ainhoa Armentia no es un fotógrafo profesional ni el reportaje fue fruto de un seguimiento al marido de la Infanta Cristina, sino que se trata de un francés aficionado a la fotografía, quien justo el 11 de enero se desplazó a Bidart para disfrutar de su hobby.
En ello estaba cuando se encontró a la pareja de frente y, en un principio, no fue consciente de la importancia de la situación, puesto que pensó que Urdangarin se encontraba con un miembro de su familia. Empezó a hacer fotos discretamente de la pareja en actitud cómplice y cercana frente al mar cuando el exduque de Palma y su amiga se percataron de que les estaban fotografiando.
Lejos de encararse, enfadarse o huir, su reacción no fue abrupta. La pareja siguió caminando por la playa de forma natural, aunque manteniendo las distancias y sin hacerse arrumacos. Y ahí fue cuando el autor del reportaje fue consciente de que no se trataba de un familiar del marido de la Infanta Cristina.
¿Pasó algo más entre Urdangarin y Ainhoa que la complicidad que hemos visto en la revista Lecturas y se habría retirado alguna imagen? La respuesta es no. El fotógrafo no sabe lo que hicieron antes de que él llegase al lugar, pero lo que él presenció es lo que fotografió.
Esta persona, que habla perfectamente español a pesar de ser francés, se da cuenta de la importancia de su reportaje y pone rumbo a Madrid para intentar venderlo cuanto antes. Primero entra en contacto con un importante grupo editorial de nuestro país -de corte monárquico- y les pide 50.000 euros. Una cantidad muy elevada que este medio rechaza, por lo que el fotógrafo empieza un breve periplo que acaba en la revista Lecturas, que no se lo piensa y se hace con las imágenes por un precio bastante inferior al que pedía su autor en un principio.
Además, según han revelado en 'El programa de Ana Rosa', este chico sabría el valor de la noticia de que Urdangarin tenía una amiga especial -más que las fotografías en sí- y habría pedido a los medios de comunicación que vieron el reportaje que firmasen un documento de confidencialidad, por lo que la exclusiva no se filtró hasta que Lecturas salió a la calle el miércoles por la mañana, creando verdadera conmoción en todo el país.