Isabel Díaz Ayuso pudo con todo y con todos. Debe ser Madrid comunidad de bares, tabernas y hostales. Logró más apoyo que toda la izquierda junta - no creyeron los madrileños estar luchando contra el fascismo, seguramente tampoco por la libertad, que ya tenían, ganara quien ganara- , pero sí que debían salir a la calle en plena pandemia a dar su opinión tras una campaña odiosa, terrible, divisoria y por momentos nauseabunda. Y sí votaron, como nunca, marcando un récord de participación. Tanto, que el cinturón rojo se volvió azul. La ciudadanía volvió a demostrar que está muy por encima de sus políticos.
Ayuso provocó un terremoto político en Madrid y en toda España. Porque el sismo de su victoria, en unas elecciones que, aunque Ábalos dijera que solo eran de Madrid eran mucho más, han dejado secuelas sonadas. La primera el adiós de Iglesias, que deja todos los cargos, no sin antes volver a regar de amargura el futuro, calificando la victoria de Ayuso como una tragedia que provocará males en todo el país. Varios datos demuestran que Iglesias perdió todas las batallas. Le cantaron unos mariachis el canta y no llores. Y es que era para llorar. En Vallecas, ganó el PP, en su casa Galapagar, ganó el PP, mientras que Vallecas, ganó el PPsu casa Galapagar, ganó el PPColmenarejo volvió a clavar resultados.
Iglesias ya llevaba tiempo yéndose. Le ha costado, pero los españoles, primero en las generales y los madrileños ahora, testigos de un enfrentamiento guerracivilista poco recomendable, le han abierto la puerta. Y él ha decidido que era un tapón, cosa que no todos reconocen. Lo era. Para la política, para su partido y para el país. Poco se recordará de su trayectoria. El espíritu de la transición era imperfecto, pero mejor que el que trajo el carismático líder que quiso asaltar los cielos. Se va Iglesias, el mismo día que Ciudadanos no estará en la Asamblea de Madrid. Adiós a la nueva política, aunque con el brote verde de Mas Madrid. Queda Vox, que perderá fuerza sin su némesis. El bipartidismo está más cerca. El experimento fracasó. No nos hizo mejores. Ni a la sociedad ni a la política.
Pero volvamos a las elecciones. El PP con 65 escaños, 35 más que los que tenía hasta ahora, dio un golpe que sirvió a Casado para poder decir que estaba en el kilómetro cero hacia la Moncloa. Parecía su victoria pero no lo era, porque él siempre tomó un camino diferente al de Ayuso. Madrid es Madrid. Y Sánchez, otro de los grandes perdedores de la noche, no es Gabilondo. El hombre que firmó su hundimiento cuando dijo aquello de "Nos quedan 12 días Pablo", después de haber dicho "con este Iglesias no".
Gabilondo, un señor, intentó ponerse un traje que no era el suyo y se le vieron las costuras. Sí iba con su traje Mónica García que logró el sorpasso en votos al PSOE -614.660 frente a 610.190 ( con el 99.9% escrutado-. Junto a Ciudadanos, que se queda fuera de la Asamblea, el PSOE es el gran derrotado de la jornada electoral, al perder trece escaños desde las elecciones de 2019 y quedarse con 24 diputados.
Vox es la cuarta fuerza en la comunidad, con 13 escaños, uno más que hace dos años -Monasterio apoyará a Ayuso pero su cara denotaba decepción-. Su jefe, Abascal, se mostró orgulloso de haber derrotado al Frente Popular (y vuelta al guerracivilismo, otro cuyo espíritu está muy lejos del de la Transición).
Unidas Podemos, con Pablo Iglesias como cabeza de cartel, subía tres escaños, hasta los diez parlamentarios, poco para todo un exvicepresidente que ha decidido decir adiós. Su final, eso sí, ha sido tan cinematográfico como cabía esperar. Incluso le quitará portadas a Ayuso. Venganza final, si cabe. "Cuando uno no es útil tiene que saber retirarse", ha dicho esta noche el secretario general de Podemos después de reconocer que ha habido una gran movilización en la derecha y que él ha generado más rechazo que impulso para la izquierda y se ha convertido "chivo expiatorio" y que, por tanto, ha fracasado. Paradojas de las urnas, la lucha contra el fascismo acabó provocando la dimisión de Iglesias. Cavar zanjas entre todos solo puede provocar caer en ellas. Y mientras, Sánchez, que se alejó de la campaña en cuanto se temió lo peor, reparte felicitaciones, aplausos y ánimos vía tuit.