Las elecciones del 14F, que transcurren en plena pandemia del coronavirus, están marcadas por las estrictas medidas de seguridad para evitar los contagios. Como consecuencia, se ha ampliado el número de centros electorales en los que se deposita el voto. Entre otros lugares, los catalanes acuden a votar en plateas de teatros, en mercados municipales, entre los bancos de iglesias, en canchas de baloncesto de pabellones polideportivos y hasta en hoteles.
Lo mejor, ser del Barcelona y votar en el Camp Nou. Al menos así lo expresa uno de los aficcionados: "Es una maravilla, que todas las elecciones sean aquí". Los privilegiados, en este caso, son algunos vecinos de Les Corts que pueden acceder al recinto del Camp Nou, para votar en el Auditorio 1899 que acoge las urnas pocas semanas antes de que también se instalen, el 7 de marzo, las mesas de votación para las elecciones a la presidencia del club azulgrana.
Cerca de este auditorio futbolero, y con espacio exterior propio, también se han habilitado para votar el Auditorio AXA y el Santuario de San Antonio de Padua.
Además, se han habilitado ocho mercados municipales de Barcelona, el estadio del Nástic de Tarragona, el pabellón Fontajau de Girona, la iglesia de Cardona o el teatro l'Escorxador de Lleida son algunos de estos edificios emblemáticos que el domingo se han convertido en centro de votaciones.
Se trata de espacios amplios, buscados para aligerar la presencia de votantes en los colegios electorales tradicionales y donde se podrán garantizar las medidas sanitarias para evitar contagios de covid, espacios emblemáticos, y ahora camaleónicos, con más ventilación y donde se podrán organizar distintas colas de entrada y salida.
Por primera vez, los mercados de Sant Antoni, la Sagrada Familia, Hostafrancs, Sants, la Abacería, el Ninot, la Concepción y Gracia, algunos de ellos monumentos modernistas, han dejado de ser por un día centros de compra para transformarse en sedes electorales. En el histórico edificio de Sant Antoni, donde los domingos previos a la pandemia se incorporaban libreros y coleccionistas, hay 29 mesas, un equivalente a cuatro colegios electorales.
En total, la ciudad de Barcelona dispone de un total de 126 centros para votar, de los que 23 serán polideportivos y 21, espacios privados. La mayoría de centros educativos que responden a las medidas requeridas podrán continuar ejerciendo de punto de votación, aunque reducirán el número de mesas habituales.
En Girona, el consistorio ha descartado los centros que no cumplían con los filtros sanitarios de ventilación y accesos y los sustituirá por los pabellones de Montfalgars y de Fontajau.
Esta vez, la pelota que normalmente ponen en juego en Fontajau el UNI Girona -último campeón de la liga femenina- y el Bàsquet Girona, presidido por Marc Gasol, ha sido sustituida por urnas y papeletas.
Una situación similar ocurrirá en el Teatro Municipal de l'Escorxador de Lleida, que, tras acoger los comicios, abrirá sus puertas el 20 de febrero a la obra teatral "Herencia abandonada", de Lara Díez.
Esta obra, galardonada con el Premio Crítica Serra d’Or de 2019 al mejor texto de teatro en catalán, será la encargada de devolver a l'Escorxador a su quehacer habitual, las representaciones artísticas, aunque hay quien opina que las elecciones también tienen mucho de teatro.
Las urnas también llegarán este domingo al ámbito de la restauración de la mano de los hoteles Top Amaika y Volga de Calella (Barcelona), que habilitarán los vestíbulos de sus establecimientos para la jornada.
E, incluso, a las iglesias como la Iglesia de Santa Bárbara de Súria (Barcelona), donde las campanadas de las 12 del próximo domingo darán la bienvenida a la siguiente tanda de votantes que no pertenecen al grupo de riesgo ni están en cuarentena, que tendrán que votar con las vísperas, entre las 19 y las 20 horas.
Las grandes ciudades catalanas no son las únicas que se ven obligadas a adaptarse a la situación sociosanitaria: Gisclareny (Barcelona), el pueblo más pequeño de Cataluña, con 26 habitantes censados, votará en el Centro Cívico El Cluset, y su vecino Sant Jaume de Frontanyà, con 30 habitantes, lo hará en su pequeño edificio consistorial.