El aceite de colza es un producto económico que en España se utiliza para el ámbito industrial y para la exportación. Sin embargo, hace cuatro décadas provocó una crisis sanitaria por una intoxicación alimentaria sin precedentes en nuestro país, después de que se vendiera adulterado y de manera fraudulenta. Hoy, algunos de los afectados se han encerrado en el Museo del Prado para denunciar que son considerados víctimas de segunda a los que nadie hace caso.
"Hemos llamado, mandado cartas, correos… y no hay manera. Somos víctimas de segunda", explica una de las afectadas por la enfermedad. Hace años cobraron una indemnización que muchos gastaron en adaptar sus viviendas para poder vivir y pagar parte del tratamiento que necesitan, pero no es suficiente.
"Queremos que se nos reconozca como víctimas. Lo nuestro fue terrorismo de Estado", sentencian. "Necesitamos fisio, rehabilitación, incluso algunos que nos corten las uñas porque no podemos hacerlo nosotros mismos… y eso nadie lo ve y nadie lo entiende", sostienen, en representación de las víctimas.
"Reparación moral y homenaje de dignidad y respeto como acto de Estado. Igualdad de trato que al resto de víctimas", es lo que piden en un manifiesto 40 años después. Además de a los afectados, solicitan que se reconozca también como víctimas a los familiares, así como la creación de un comisionado y que se informe periódicamente sobre la enfermedad.
También abogan por la activación y actualización relativa a la investigación sobre la enfermedad, incluir el síndrome del aceite tóxico en el baremo para obtener el grado de discapacidad o el establecimiento de un sistema de valoración de incapacidad, entre otras.
El aceite de colza, también conocido como aceite de nabina o de canola, se obtiene de la semilla de la colza, una planta perteneciente a la familia de las brasicáceas. Su origen se encuentra en la India y llegó a España desde Francia. Su cultivo se expandió por Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
Este aceite, que fue distribuido en España para consumo humano por varios aceiteros, venía adulterado: le extrajeron la anilina a temperatura elevada, lo que produjo la creación de compuestos tóxicos que provocaron la grave intoxicación conocida como síndrome del aceite tóxico.
El producto se vendía como una alternativa de aceite para cocinar en garrafas de plástico a través de la venta ambulante en diversos puntos del territorio nacional. Los afectados por el SAT, síndrome del aceite tóxico, presentaban mutaciones del gen NAT2, que regula el metabolismo de tóxicos químicos en el cuerpo.
La mayoría de afectados fueron personas de clase trabajadora que residía en el centro del país, aunque se registraron casos por casi todo el territorio. Durante varios meses no se encontró un nexo entre las víctimas de la intoxicación. No fue hasta un año después cuando las autoridades determinaron como posible causa común entre los miles de afectados el consumo de aceite de colza desnaturalizado con anilina.
El pasado 1 de mayo se cumplieron cuatro décadas del primer fallecimiento por síndrome del aceite tóxico: Jaime Vaquero, de solo 8 años, vecino de la localidad madrileña de Torrejón de Ardoz. Según los datos de la Plataforma de Víctimas del Aceite Tóxico Seguimos Viviendo, desde entonces han fallecido en España cerca de 5.000 personas.
Los afectados presentaban una neumonía "atípica" por la toxicidad. No obstante, la gravedad de los síntomas variaba en cada persona. "Todos los afectados del síndrome tóxico hemos tenido nuestros traumas, cada uno con sus circunstancias, cada uno tenemos una historia", señalaba al respecto Nacho, uno de los afectados.
El SAT provocó también manifestaciones cutáneas, afectaciones músculo-esqueléticas, como fibromialgia, fatiga crónica y dolor crónico generalizado, además de deformidades articulares. Los pacientes tenían un periodo de latencia de 10 días y tres fases clínicas. La primera se caracterizaba por una fase aguda de neumonía atípica, la intermedia por tromboembolismo, hipertensión pulmonar, calambres y fuertes dolores musculares, y la tercera por daños en el hígado.
Un total de 18.517 personas, de las más de 20.000 afectadas, han recibido ya sus indemnizaciones del Estado, una vez fueron reclamadas. Las víctimas del aceite de colza, no obstante, piden no quedar en el olvido, ya que, entre otras cuestiones, todavía quedan personas que podrían reclamar las ayudas económicas.