La Asamblea de Ceuta declaró “indeseable” a Santiago Abascal el viernes con la abstención decisiva del Partido Popular. Setenta y dos horas después, la onda expansiva amenaza con llevarse por delante todos los acuerdos de legislatura que Vox tiene firmados con los populares en distintos gobiernos autonómicos y ayuntamientos.
“Tomamos nota y damos las relaciones por rotas”, ha certificado Vox en la que es ya la segunda mayor crisis desatada entre ambas formaciones. La primera fue hace nueve meses, cuando Pablo Casado le dijo a Abascal aquello de “hasta aquí hemos llegado”, y le dejó colgado de la brocha con la moción de censura contra Pedro Sánchez. Desde entonces Abascal y Casado no han vuelto a hablar, pero sin consecuencias prácticas.
El problema para el PP es que necesita apoyarse en Vox para gobernar en la Comunidad y en el Ayuntamiento de Madrid, en la Junta de Andalucía, en Castilla y León, -tras la fuga de una diputada de Ciudadanos al grupo mixto-, en Murcia, o en la misma Ceuta. Lo que es peor para ellos, Casado sólo puede aspirar a La Moncloa y desbancar a Sánchez, si suma los escaños de Vox. Es lo que dicen todas las encuestas privadas publicadas. La última de Gad3 para ABC de este mismo lunes, da 139 escaños al PP y 37 a la extrema derecha. No hay plan B y en Génova lo saben perfectamente. Así que el domingo intentaron una difícil pirueta: recular con la reprobación de Abascal sin desautorizar al presidente del PP de Ceuta.
Juan Vivas intenta deshacer el lío de Ceuta desvinculando a la dirección nacional de su partido de la abstención, y acotando la crisis a la ciudad autónoma. "No ha sido mi intención meter en un lío a la dirección general del partido. El único responsable de esa votación soy yo. Esa posición del PP no estuvo consultada ni autorizada por Génova", ha revelado Vivas en una entrevista en La Sexta.
Mientras Pablo Casado guarda silencio, Andrea Levy, miembro de la dirección nacional y concejal en el Ayuntamiento de Madrid, hacía un mortal con doble tirabuzón, para intentar sellar la paz. “Estamos en contra de declarar persona non grata a nadie. Es una herramienta de superioridad moral de la izquierda, y es deleznable”, sentenciaba rotunda con la esperanza de haber atajado la crisis. Horas después, José Luis Martínez-Almeida, cerraba filas con el presidente ceutí. “Yo soy muy de Juan Vivas. Ojalá hubiera muchos más Juan Vivas en Ceuta, y menos declaraciones incendiarias”, decía el portavoz nacional y alcalde de Madrid, antes de que Vox concretara sus amenazas.
Insisten en que su único adversario político es Pedro Sánchez. Aseguran que rechazan todos los cordones sanitarios, que “nunca van a participar en señalamientos que el PP ha sufrido durante años”, pero no desautorizan al presidente de Ceuta que se mantiene en sus trece.
Vivas defiende la abstención del PP que facilitó la reprobación de Abascal por señalar como “quintacolumnistas al servicio de Marruecos” a los musulmanes de la ciudad autónoma. “No a los cordones sanitarios, pero tampoco a los que pone Vox para dividir e incendiar Ceuta”. Unas palabras que en el cuartel general de Abascal se han tomado como una declaración de guerra, con ultimátum incluido. O el PP rectifica, desautoriza a Vivas, y “repara la dignidad” de su líder, o que se olvide de su apoyo. Ya lo dejó dicho Abascal: “O una cosa o la otra. Las dos no van a poder ser”.
Pero Génova no piensa hacer ni un gesto más para reconducir la situación. “Nosotros no hemos rota nada. Ya han amagado otras veces con romper”, recuerdan a NIUS desde la dirección nacional, convencidos de que Vox no puede hacer otra cosa más que apoyarles. “Nosotros tenemos nuestro carril y Vox tiene el suyo, que es un vaso comunicante del nuestro. Vox sólo puede hacer una cosa que es apoyar al PP”, asegura un dirigente del entorno de Pablo Casado.
La formación de extrema derecha desprecia la rama de olivo que le han tendido los populares en las últimas horas, y para probar que no van de farol anuncian que no piensan apoyar ni una iniciativa más que lleve la firma del presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla. Claro que no es la primera vez que amenazan con lo mismo, para después, -sin ir más lejos la semana pasada-, darle a Moreno Bonilla la llave de la legislatura al apoyar la tramitación exprés de una de sus leyes clave, la ley del Suelo. Los de Abascal también han dejado claro que no darían nunca su apoyo a una hipotética moción de censura que pudiera desbancar a la derecha del Gobierno de Andalucía para dárselo a la izquierda. Así que en San Telmo, de momento están tranquilos, reforzados en su intención de no adelantar elecciones, y con las cuentas aprobadas.
Otra cosa es Madrid, donde se han concentrado las críticas. Isabel Díaz Ayuso ganó de forma aplastante las elecciones y aun así, necesita a Vox para sacar los presupuestos y gobernar los dos largos años que le quedan por delante. La presidenta de Madrid, cosa rara en ella, guarda silencio, mientras miembros de su Gobierno y diputados regionales, muy próximos a ella, se encargan de desaprobar a Vivas. “No entiendo la abstención del PP de Ceuta y me parece un enorme error”, se ha podido leer en redes sociales estos días. Ayuso, a diferencia de Pablo Casado, nunca ha roto con la extrema derecha, y siempre les ha dado un trato de ‘socio preferente’, así que, de momento, no se dan por aludidos: "No hemos recibido ningún mensaje concreto de Vox", dicen desde el entorno de la presidenta.
A la ‘fiesta’ de críticas se ha sumado Cayetana Álvarez de Toledo. La desterrada exportavoz señalaba el error estratégico de abstenerse. “Demonizar a quien te permite gobernar (hoy en Autonomías y ciudades; mañana quizá en España) es una incongruencia moral y un disparate estratégico”, aseguraba, jaleada por los dirigentes de Vox.
Las voces dentro del PP desautorizando a Juan Vivas han sentado fatal a los populares de Ceuta. “A mí lo que me parece un verdadero error es opinar desde la lejanía y el desconocimiento de lo que sucede en nuestra ciudad. Gracias”, responde muy enfadado el número dos de Vivas, Carlos Rontomé.
En Génova confían en que el ‘suflé’ baje pronto, y no tenga mayores consecuencias. “Nosotros a lo nuestro”, repiten como un mantra, eufóricos por las encuestas. “Caso cerrado”, proclama Martínez-Almeida.