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Las acusaciones que están saliendo a la luz contra Íñigo Errejón, con una denuncia ya interpuesta contra él por presunto acoso sexual, no dejan de generar reacciones. Con muchos en shock, las autoridades ya investigan de acuerdo al procedimiento policial previsto para estos casos y buscan indicios que, de existir, llevarían a actuar contra él.
Lo ocurrido no deja de plantear muchas preguntas. Con lo que se supone que hemos avanzado en materia de igualdad, ¿por qué todavía cuesta tanto denunciar una agresión sexual? Normalmente es por miedo a las represalias, a quedar señaladas o ser cuestionadas. No obstante, ¿por qué si esto se conocía en algunos ámbitos no se investigó antes y no se denunció?
El déficit de denuncias contra la violencia machista sigue siendo una realidad preocupante en España, como informan en el vídeo María Fente y A. Martín.
“Me preocupa el miedo, es decir, que el terror sea tal que les lleve a no querer denunciar ni siquiera en anónimo”, expone al respecto la periodista Cristina Fallarás.
Sobre esta cuestión, Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, señala que “las redes sociales son peligrosas porque el anonimato que arropa a la víctima para denunciar también arropa a los ‘haters’ que actúan en las propias redes”, lo cual, dice, puede llevar a que “incrementen la vulnerabilidad de la víctima”.
Desde la tarde de ayer jueves, cuando Íñigo Errejón anunciaba su dimisión, el perfil de Instagram de Cristina Fallarás se ha ido llenando de denuncias anónimas, pero por ahora solo una ha sido presentada ante la Policía: la interpuesta por Elisa Mouliaá por acoso sexual.
“Cuando además se trata de un personaje público, con gran proyección, con gran credibilidad social, todavía la dificultad de la víctima para denunciar es mayor", explica Yolanda Besteiro.
“Por ejemplo, en violencia sexual solo se denuncia un 8%, según la macroencuesta”, detalla Miguel Llorente, experto en violencia de género.
Consideran que el problema sigue estando en el sistema y también en la educación: "La única forma, no hay otra, es la educación y la concienciación para posicionarnos críticamente", incide Llorente.
Desde el Gobierno, por su parte, el mensaje es contundente: “Todas las mujeres que hayan sufrido cualquier tipo de agresión tienen que denunciar. Además, la vergüenza está cambiando de bando, y esto es muy importante. Quien se tiene que sentir avergonzado y acorralado es el agresor, presunto agresor”, subraya Ana Redonda, ministra de Igualdad.
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