Begoña Gómez, la esposa del presidente del gobierno Pedro Sánchez, vive este viernes una amarga jornada al tener que comparecer ante el juez como investigada por tráfico de influencias y corrupción. En fuentes del Gobierno ya mostraron su extrañeza por esta imputación, pero aseguraron que sería afrontada con tranquilidad y serenidad.
Esos aspectos son los que ella intentará poner de manifiesto dando respuestas a las preguntas, bajo un halo de sosiego exterior ante una inquietud interna palpable con detalles tan evidentes en otras comparecencias públicas como la forma en que apretaba las mandíbulas y los dientes, que ofrecían en su rostro desde la inexpresión aparente, un factor hierático, frío e inalterable digno de mención. Ese estilo de comunicación responde a una estrategia de crear intensidad en el relato a partir de la falta de expresión en el rostro.
La tensión que últimamente ha estado presente en sus apariciones públicas junto al presidente del gobierno, hoy se manifestará en el escenario más frío donde intentará salir airosa de la situación con la incertidumbre de saber si convence o no con sus argumentos. Esto ha podido generar en ella inseguridad permanente.
Desde su tono de voz en escala media, con agudos marcados, en sus comparecencias públicas va salpicando las frases en tono lineal con acompañamiento de gestos que pretenden reforzar su mensaje verbal. La repetición de una palabra dentro de la frase, es utilizada para darse seguridad y tiempo para hilar con el siguiente contenido.
El cuerpo no miente, la forma en que acompañamos con gestos el contenido verbal, puede mostrarnos factores de comunicación que van más allá del si o el no. Hay micro expresiones de comportamiento facial y ocular en Begoña Gómez, como el parpadeo de ojos o la mirada no centrada en su interlocutor que están dando alertas de inseguridad e incertidumbre para solventar situaciones complicadas.
El tempo, esa capacidad de regulación de la velocidad al hablar, puede mostrarnos sus emociones a flor de piel y su nivel de energía. Cambia a veces bruscamente de una frase a otra con intensidad que aparece al inicio de frase y se desinfla al final. Esto es un error desde la perspectiva de la comunicación eficaz ya que consigue el efecto de dejar de captar la atención auditiva en su interlocutor.
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