Desde su coronación en junio de 2014, el reinado de Felipe VI ha estado marcado por una serie de decisiones y acciones que han delineado un perfil distintivamente moderno y transparente para la monarquía española. Entre las elecciones del monarca destaca, por ejemplo, su notable abstención a la hora de otorgar nuevos títulos nobiliarios, una tradición que sus antecesores habían seguido y perpetrado durante siglos. Por supuesto, no se trata de una decisión tomada a la ligera, y a continuación exploraremos las razones detrás de ella, así como sus implicaciones tanto para la monarquía, como para la propia sociedad española.
Felipe VI heredó el trono en un momento de creciente vigilancia pública hacia la institución de la monarquía, impulsados por varios escándalos consecutivos que habían afectado a la imagen de la familia real española. En este contexto, la decisión de Felipe VI de no conceder títulos nobiliarios se ha interpretado como un esfuerzo por renovar la imagen de la monarquía, acercándola a los valores de igualdad y mérito que caracterizan a las sociedades democráticas modernas.
De hecho, se puede afirmar que la transparencia y la modernización han sido dos de los pilares de su estrategia para reformar la monarquía. Felipe VI ha buscado distanciarse de las prácticas de su padre, Juan Carlos I, quien otorgó nada más y nada menos que cincuenta títulos nobiliarios durante su reinado. La decisión de Felipe VI de no seguir con esta tradición parece así reflejar un deseo de enfocar la relevancia de la monarquía en su capacidad para servir a la sociedad española en el siglo XXI, más que en perpetuar símbolos de distinción hereditaria dignos de otras épocas.
Esta tendencia ya se podía adivinar desde el comienzo del reinado de Felipe VI, ya que al poco de comenzar su reinado, Felipe VI y la Reina Letizia comenzaron a limitar todas sus apariciones en eventos vinculados con la aristocracia, marcando con ello un claro distanciamiento simbólico con el mundo de la nobleza. Este enfoque sugiere una redefinición de la relación entre la Corona y la aristocracia, priorizando las responsabilidades públicas sobre las conexiones sociales tradicionales.
La postura de Felipe VI ha generado diversas reacciones. Por un lado, ha sido elogiada por aquellos que ven en ella un paso hacia una monarquía más acorde con los principios democráticos de igualdad y transparencia. Por otro lado, ha suscitado debate sobre el futuro de la nobleza en España y el rol de los títulos nobiliarios en una sociedad moderna. Algunos argumentan que, más allá de su valor simbólico, los títulos podrían perder relevancia en una época que valora el mérito individual sobre el linaje o la herencia.
Por todo esto, la decisión de Felipe VI de no conceder nuevos títulos nobiliarios puede interpretarse como parte de un esfuerzo más amplio por adaptar la monarquía a los tiempos actuales. Al enfocarse en principios de transparencia, mérito y servicio público, la Corona busca asegurar su relevancia y legitimidad en una sociedad cada vez más cuestionadora de las instituciones tradicionales.