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El papel de José Luis Ábalos como intermediario se ciñe a un contrato con el Gobierno de Baleares en 2020, en la época de Francina Armengol. La presidenta autonómica habría avalado a la trama Koldo sabiendo que las mascarillas eran defectuosas, según El Mundo.
El subdirector de compras de la Consejería de Salud de las Islas Baleares –hoy gobernadas por el PP- certificó en 2020 como apto un lote de protección contra el covid que, sin embargo, no cumplía los estándares, según el diario El Mundo.
De esta forma, Armengol habría avalado a la trama de Koldo, sabiendo que esas mascarillas eran defectuosas.
Las mascarillas se facturaron al gobierno balear de Francina Armengol por valor de 3.700.000 euros.
El Ejecutivo autonómico expidió un informe a Soluciones de Gestión declarando "satisfactorias" sus entregas para que optaran a otros "concursos públicos", pese a que dos meses antes las había descartado por inservibles, según informa el citado diario. Un informe interno advertía de que el millón y medio de unidades que había comprado mediante pactos “verbales” eran de baja calidad y no podían ser repartidas para el suministro hospitalario para el que se habían comprado.
Las mascarillas fueron analizadas en el Centro Nacional de Medios de Protección (CNMP) que el 8 de junio de 2020 envió un informe al IB-Salut que decía que “ninguna de las cuatro referencias” testadas “cumplía con los requisitos de una mascarilla FFP2”. Así lo reflejan los propios informes del IB-Salut.
El anterior gobierno balear habría contratado directamente a empresa Soluciones de Gestión, S.L., por la situación de emergencia de la pandemia. Sin embargo, los investigadores del caso Koldo señalan en sus informes que “la adjudicación” estaría “pre concedida”, algo que “no estaría permitido en la contratación pública, ni siquiera en la tramitación de emergencia”.
Según el diario El Mundo, los investigadores aseguran que “las mascarillas se entregaron antes de la adjudicación, por lo que es contraria a la ley”.
El coste de las mascarillas corrió a cargo de fondos europeos. En los formularios rellenados para recibir el dinero de Brusleas, se obvia que las mascarillas son defectuosas, según el citado diario.
Las mascarillas inservibles se enviaron a un almacén, donde siguen hoy.
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