La voz de Vox se quiebra en Baleares. La ruptura comenzó cuando cinco diputados, de los 7 que tiene la formación de ultraderecha en el Parlament, echaran a los mandos del partido. La dirección nacional, desde Madrid les corrigió el tiro expulsándolos, pero ellos se reafirman mantener fuera a la presidenta autonómica y al presidente del senado, mientras rechazan abandonar el partido.
Para entender esta sedición en Vox de Baleares hay que explicar las dos corrientes que existen en el partido en las islas: de una parte, los expulsados, que son los fieles a la dirección nacional, el actual presidente del Parlamento, Gabriel Le Senne y la hasta ahora líder regional, Patricia de las Heras, que deberán pasar ahora al Grupo Mixto.
Santiago Abascal buscaba reforzar la unidad,tras la renovación al frente de Vox. Su objetivo, tras la caída de votos en las elecciones generales era convencer a propios y extraños de que el partido afronta una nueva etapa de cohesión, pero la realidad le ha golpeado en la cara.
El líder de Vox rechazaba la teoría de las corrientes internas, a las que calificaba de "películas inventadas por los medios de comunicación". "Si no la hay, no la ha habido nunca, son películas de ficción de los medios de comunicación, que no tienen vergüenza, no tienen límites".
Apenas 48 horas después la realidad se ha impuesto en Baleares con la rebelión de cinco de sus siete diputados autonómicos de Vox, que ni siquiera pretenden obedecer la expulsión dictada ayer por su partido.
A partir de aquí se abre una nueva contienda: la dirección de Abascal ha ordenado al todavía presidente del Parlamento dar la batalla jurídica y este ha asegurado que no renunciará al cargo a la espera de informes de los letrados de la Cámara.
Uno de los diputado díscolos, Sergio Rodríguez, ha asegurado este martes que por el momento él y sus cuatro compañeros continúan formando parte de Vox, y aseguran que su intención es reconducir la situación, a la que vez que meten en la contienda al Partido Popular al que prometen respetar los términos del acuerdo en aras de "la gobernabilidad de Baleares".
El papel del PP es clave ahora: que tendrán que decidir si apoyar el pulso de Abascal o avalan una nueva presidencia propuesta por los insubordinados. La bola sigue creciendo y el final de esta explosión puede ser impredecible para Vox y el Gobierno de Baleares.
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