El rey Felipe VI encara su décimo mensaje de Navidad desde su llegada al trono en junio de 2014 en un momento de fuerte polarización política con una legislatura que está empezando andar tras cosechar el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el apoyo de independentistas catalanes y vascos para gobernar.
El del 24 de diciembre es sin duda el mensaje más esperado del monarca cada año, ya que en él suele hacer balance de algunos de los hechos reseñables de los doce meses anteriores y ofrecer su opinión y consejos respecto a cómo ve él la situación en España y cómo afrontar el futuro.
En estos diez años transcurridos desde que se enfrentó por primera vez a la tradición del mensaje en Nochebuena, la Constitución ha sido un tema recurrente, como también lo ha sido la situación en Cataluña y los problemas con la justicia de su padre, Juan Carlos I, aunque no siempre haya mencionado expresamente estas cuestiones.
En el primero de ellos, hizo una firme defensa de la necesidad de una "profunda regeneración" de la vida colectiva, dentro de la cual "la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable". "Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción. La honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia en una España que todos queremos sana, limpia", sostuvo Don Felipe, en un momento en que el 'caso Gurtel' estaba en plena ebullición.
El Rey identificó entonces como los "grandes retos" de España "regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad", incidiendo en que la Constitución "es la garantía de una convivencia democrática, ordenada, en paz y libertad".
Un año más tarde, esta vez desde el Palacio Real, y con la legislatura echando a andar también, Felipe VI reivindicó que "en la España constitucional caben todos los sentimientos y sensibilidades, caben las distintas formas de sentirse español; de ser y de sentirse parte de una misma comunidad política y social, de una misma realidad histórica, actual y de futuro".
Y aprovechó para enviar a los españoles "un mensaje de serenidad, de tranquilidad y confianza en la unidad y continuidad de España", en un momento en el que los independentistas catalanes ya tenían trazada una 'hoja de ruta' para la desconexión de Cataluña, y "de seguridad en la primacía y defensa de nuestra Constitución".
"La ruptura de la Ley, la imposición de una idea o de un proyecto de unos sobre la voluntad de los demás españoles" solo conduce "a la decadencia, al empobrecimiento y al aislamiento", previno.
La cuestión catalana volvió a ser el centro del mensaje de 2016, que se produjo un día después de la reunión en el Parlament catalán en la que partidos y representantes de la sociedad civil defendieron la celebración de un referéndum de autodeterminación, si bien no mencionó expresamente ni a Cataluña ni la Constitución.
El monarca dejó claro que "vulnerar las normas" que garantizan la democracia y la libertad de los españoles "solo lleva, primero, a tensiones y enfrentamientos estériles que no resuelven nada y, luego, al empobrecimiento moral y material de la sociedad". Asimismo, recalcó que no son "admisibles ni actitudes ni comportamientos que ignoren o desprecien los derechos que tienen y que comparten todos los españoles para la organización de la vida en común".
Pero sin duda, el pronunciado en 2017 es uno de los que más atención generó, ya que se produjo después de uno de sus discursos más importantes de lo que va de reinado, el del 3 de octubre de ese año, dos días después de que se produjera el referéndum ilegal, y con el Parlament catalán recién elegido tras unas elecciones en las que se impuso el bloque independentista.
Felipe VI instó a los nuevos diputados catalanes a emprender un camino que no lleve "de nuevo al enfrentamiento o a la exclusión", sino a recuperar "la serenidad, la estabilidad y el respeto mutuo", y les recordó que tendrían que "afrontar los problemas que afectan a todos los catalanes, respetando la pluralidad y pensando con responsabilidad en el bien común de todos".
El Rey incidió en que apostar nuevamente por la vía del enfrentamiento solo generaría "discordia, incertidumbre, desánimo y empobrecimiento moral, cívico y, por supuesto, económico" y apostó por recuperar "la convivencia en el seno de la sociedad catalana, tan diversa y plural como es".
En 2018, coincidiendo con el 40 aniversario de la Constitución, Don Felipe reivindicó la necesidad de garantizar la convivencia en una "democracia asentada" como la española. La convivencia, que "siempre es frágil", constituye "el mayor patrimonio que tenemos los españoles", "la obra más valiosa de nuestra democracia y el mejor legado que podemos confiar a las generaciones más jóvenes". "Debemos evitar que se deteriore o se erosione; debemos defenderla, cuidarla, protegerla; y hacerlo con responsabilidad y convicción", reclamó.
Un año después, el mensaje se produjo menos de un mes después de las elecciones que arrojaron el primer Gobierno de coalición en España integrado por PSOE y Podemos. El Rey reconoció que los desafíos que había por delante no eran "sencillos" pero se mostró convencido de que como en otras ocasiones serían superados.
"Confiemos en nosotros mismos, confiemos en España y mantengámonos unidos en los valores democráticos que compartimos para resolver nuestros problemas; sin divisiones ni enfrentamientos que solo erosionan nuestra convivencia y empobrecen nuestro futuro", sostuvo, en alusión a Cataluña aunque sin mencionarla.
El mensaje de 2020, se produjo en plena pandemia, y a ello dedicó parte de su atención. Pero tuvo como interés añadido lo que el monarca pudiera decir sobre la marcha a Emiratos Árabes Unidos de su padre, Juan Carlos I, con varias investigaciones abiertas en su contra.
Como durante su proclamación como Rey, recalcó que los principios morales y éticos "nos obligan a todos sin excepciones" y dejó claro que "están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personales o familiares". "Así lo he entendido siempre, en coherencia con mis convicciones, con la forma de entender mis responsabilidades como jefe del Estado y con el espíritu renovador que inspira mi reinado desde el primer día", remarcó.
Doce meses más tarde, volvió a hacer una referencia velada a la situación del Rey emérito, en pleno debate sobre su posible regreso a España. Las instituciones, dijo, deben de "tener siempre presente los interereses generales" y estar permanentemente al servicio de los ciudadanos, además de "estar en el lugar que constitucionalmente" les corresponde.
Asimismo, sostuvo incluyendo a la Casa Real pero sin mencionar a su padre, "debemos asumir, cada uno, las obligaciones que tenemos encomendadas; respetar y cumplir las leyes y ser ejemplo de integridad pública y moral". En clave política, incidió en que "el entendimiento y la colaboración son actitudes necesarias que dignifican las instituciones" y además "las fortalecen, porque generan la confianza de los ciudadanos".
El año pasado Felipe VI alertó de los tres riesgos que a su juicio amenazan la democracia en España: "la división", "el deterioro de la convivencia" y "la erosión de las instituciones". "Un país o una sociedad dividida o enfrentada no avanza, no progresa ni resuelve bien sus problemas, no genera confianza", previno, defendiendo una vez más la Constitución como el mejor antídoto.