El coche reventado por ETA en el que murió asesinado Carrero Blanco, 'escondido' en un almacén de Defensa desde hace 20 años
Los restos del Dodge que saltó por los aires el 20 de diciembre de 1973 se encuentran en el Parque y Centro de Mantenimiento de Vehículos Ruedas Nº 1 en Torrejón de Ardoz (Madrid), propiedad del Ministerio de Defensa
El coche estuvo expuesto en el Museo de Ejército a mediados de los 90, pero desde hace más de 20 años no se muestra y tampoco se ha realizado ninguna intervención para su mantenimiento
El Henry Ford Museum of American Innovation está a las afueras de Detroit, en la ciudad de Dearborn, en el estado de Míchigan, la ciudad donde la marca tiene su sede central, centros de investigación y desarrollo, pista de pruebas, centros de formación y fábrica. No necesita muchos reclamos más para que cada año pasen por los 49.000 metros cuadrados de exposición 1,7 millones de visitantes, pero los tiene. Muchos. Además de la butaca del Teatro Ford donde el presidente Abraham Lincoln recibió el disparo mortal, hay carteles y luminosos de los años 50 y 60, instrumentos musicales, el taller de bicicletas de los hermanos Wright, el autobús en el que Rosa Parks desencadenó el movimiento antisegregacionista, cuando se negó a ceder el asiento a un hombre blanco en 1955… y la colección de los coches presidenciales, desde el Lincoln de Ronald Reagan (1972) al famosísimo Lincoln del 61 en el que fue tiroteado John F. Kennedy en Dallas (Texas) en 1963.
Si en EE. UU. el coche del presidente se ha convertido en objeto de exhibición desde 1981, desde ese año la limusina es uno de los objetos de más éxito de la muestra.
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“Es imposible saber cuántos visitantes vienen cada año solo por él, pero es sin duda uno de los más populares a juzgar por el tiempo y las fotografías que se le hacen”, asegura Matt Anderson, responsable del museo Henry Ford a preguntas de InformativosT5.com.
Si tiene interés por hacer lo mismo, por fotografiar el coche donde fue asesinado en este caso un presidente del Gobierno español, va a tener más dificultades; porque no, los coches donde fueron asesinados tres presidentes españoles en la historia reciente los custodia el Ministerio de Defensa en un almacén no abierto al público. Entre esos vehículos, el Dodge 3700 GT en el que viajaba el presidente español Luis Carrero Blanco hace ahora medio siglo. El ministerio que dirige Margarita Robles ha declinado la solicitud para realizar una grabación y tampoco ha dado razones de la negativa para mostrar la berlina justo coincidiendo con el 50 aniversario del atentado contra Carrero Blanco (Santoña, 1904- Madrid, 1973) a manos de ETA, la primera vez que la banda terrorista asesinó fuera de Euskadi y la primera también que lo hizo contra una persona con un cargo institucional tan relevante.
Aquel jueves, José Miguel Beñarán “Argala”, Ignacio Pérez Beotegui “Wilson” y Javier Maria Llarreategui detonaron más de 70 kg de dinamita colocados en un túnel construido en la madrileña calle Claudio Coello, a la altura del número 104, al paso del coche en el que viajaba el entonces presidente del Gobierno a las 9:36 de la mañana.
Solo se salvó la agenda de Loewe de Carrero
La acción del comando “Txikia” provocó una explosión que hizo volar el Dodge 3700 GT de 1.800 kilos hasta la azotea del inmueble contiguo. Carrero Blanco; su escolta, Juan Antonio Bueno, y su conductor, José Luis Pérez, murieron. El coche quedó empotrado entre la barandilla y una pared interior, y solo la agenda de la marca Loewe de Carrero quedó intacta. En la calle Claudio Coello, un cráter de ocho metros y medio de diámetro y tres de profundidad. El coche, que había sido dado de alta en el Parque Móvil el 30 de diciembre de 1971, con chasis número 2B9P001830, había sido fabricado en la factoría Chrysler de Villaverde ese año.
Con motor de gasolina y 6 cilindros en línea, no estaba blindado, y su matrícula -PMM 17.416- permanecía en su sitio y era legible.
Las fotos en blanco y negro que coparon los periódicos de aquel día daban cuenta de en lo que había quedado aquella berlina que, según el informe técnico que haría después el fabricante, era tan robusta que incluso tras la explosión siguió funcionando el intermitente izquierdo.
El vehículo quedó bajo custodia policial desde ese 20 de diciembre; la hemeroteca recoge los pasos autorizados por el juez que investigó los hechos, Luis de la Torre Arredondo, presidente la sección Cuarta de lo Criminal de la Audiencia Provincial de Madrid, en su investigación sobre el vehículo. ABC publicaba el 6 de enero de 1974 que se “había concluido las diligencias” en la iglesia de los padres jesuitas (donde cayó el vehículo tras la explosión) para el desguace del Dodge Dart. Todas las piezas del coche, una vez desmontadas, fueron sacadas del inmueble y llevadas a los talleres del Parque Móvil. La información relata que por la ubicación en la que quedó la berlina era imposible sacarla por otro sistema que no fuera el desguace.
Días antes, el 28 de diciembre, siempre según esta información publicada por ABC, una brigadilla de mecánicos del Parque Móvil inició las operaciones, en las que fue necesario emplear un soplete de etileno para separar los bloques más voluminosos del coche. El vehículo permaneció bajo custodia de la Dirección General del Patrimonio hasta que fue cedido en el año 1979 al Museo del Ejército, donde llegó dos después. El coche se sumaba a otros vehículos famosos por la misma razón; habían sido el escenario de los asesinatos de otros dos presidentes del Gobierno: el carruaje de dos puertas y tirado por dos caballos donde “cayó” Juan Prim en diciembre de 1870 y el Marmon 34ª en el que fue asesinado Eduardo Dato en marzo de 1921.
El de Carrero fue retirado de la exposición permanente del museo ocho años después, en 1987, y es a partir de ese momento cuando se hace más difícil realizar un rastreo. Lo más aproximado a un relato de ese periplo lo ha ofrecido Escuderia.com. Iván Vicario, responsable del portal dedicado a los coches antiguos, defiende el interés permanente por ese coche. “Se trata de un automóvil hecho aquí, por un industrial como Barreiros, que nos sigue generando muchísimo tráfico vía redes sociales”. Premiado el coche del año, el modelo del jefe del Gobierno tenía un precio de 404.041 pesetas (2.428 euros) y “extras” apreciados por los amantes del motor.
“Sorprende que no esté expuesto como merece, como objeto tiene todo el interés, es insólito que no haya una mayor transparencia con algo que pertenece a la historia del país,”, zanja Vicario. Hay varios traslados de ida y vuelta de la Academia de infantería de Toledo, el Almacén Central de Madrid, al Parque y Centro de Mantenimiento de Vehículos de Rueda de Torrejón de Ardoz, donde permanece actualmente. La última oportunidad que tuvo Informativos Telecinco de grabar el vehículo fue en 1995.
No se ha "acometido ningún trabajo de preservación”
Sobre las condiciones en la que está el vehículo hay pocas certezas. Fuentes del Ministerio de Defensa han asegurado a InformativosT5.com que el coche se conserva “en las mismas condiciones en que llegó al parque, no habiéndose acometido ningún trabajo de preservación”. Al vehículo se le había instalado en 2002 un armazón metálico que facilitó en su momento algún traslado al que fue sometido. Entonces también los conservadores habían autorizado la limpieza de la luna trasera pero el interior no había sido limpiado por el delicado estado de la tapicería, de los restos de moqueta y demás elementos. El adecentamiento del coche permitió recuperar algo que posiblemente lleva oculto años: el teléfono que utilizaba Carrero, un elemento incorporado a esta serie en los 70.
La limusina de JFK, exhibida desde 1981
El museo Ford retrasó la exposición del vehículo en el que viajaba JFK hasta otoño del año 1981 por dos razones fundamentales: los hijos del presidente asesinado (John John y Caroline) debían alcanzar la edad adulta, y la política de la institución, según explica Matt Anderson, era no permitir la entrada en el museo a ningún coche que no tuviera una antigüedad menor de 20 años. El museo había adquirido el automóvil antes. No hubo ningún debate, ni ninguna duda acerca de la compra del vehículo por parte de una entidad privada.
“El museo adquirió el automóvil debido a nuestra relación con Ford Motor. Hasta la década de 1990 la Casa Blanca alquilaba las limusinas a Lincoln (propiedad de Ford) por una tarifa anual; en el caso de la de Kennedy se alquiló por 500 dólares al año, cuando el contrato de arrendamiento expiraba o se quedaba antiguo, se devolvían a Ford Motor Company”, apuntan desde el museo.
Ese contrato con la empresa se mantuvo 13 años más allá de la muerte del 35º presidente de Estados Unidos. La suerte del escenario del quinto magnicidio de un presidente español no ha sido tanta; ni Defensa ni Stellantis (propietaria de Dodge, que también ha sido requerida para esta información) han considerado hacerle su particular homenaje al auto que a pesar de ser publicitado como el coche del año en España en el 71 no llegó nunca a triunfar, y eso que decían las revistas que la versión patria “era mejor que el producto que se vendía en EEUU”.