La tercera presidencia de Pedro Sánchez necesitará los votos de todos, todo el tiempo

El 'sí' a la investidura de Pedro Sánchez ha certificado el cambio de estrategia de JxCat en el Congreso, abriéndose a participar en la gobernabilidad del Estado a cambio, entre otras cosas, de una ley de amnistía, pero haciendo bandera de su desconfianza hacia el PSOE para continuar diferenciándose de ERC.

Han tenido que pasar seis años desde la declaración unilateral de independencia en el Parlamento catalán para que Junts se preste a participar en el juego de la gobernabilidad, un giro difícil de explicar a sus bases, acostumbradas a seis años de enarbolar la bandera de la "no rendición", recetar la "confrontación inteligente" con el Estado y denunciar el pactismo "a cambio de nada" de ERC.

La amnistía y el reconocimiento de la discrepancia

Ahora, tras una larga y discreta negociación con los socialistas, Junts ha logrado lo que parecía imposible poco antes de las elecciones: que sus siete diputados dijesen 'sí' a la investidura de un candidato del PSOE, a pesar de que en plena campaña el expresident Carles Puigdemont, líder moral del espacio político, aseguró que Sánchez no sería presidente con los votos de su partido.

¿Qué ha cambiado en Junts para pasar del 'no' al 'sí' en poco más de tres meses? El giro pragmático se empezó a gestar en la noche electoral, cuando Puigdemont no cerró la puerta directamente a investir a Sánchez, evolucionó con el paso de las semanas y cristalizó en las visitas a Bruselas de Yolanda Díaz (Sumar) y Santos Cerdán (PSOE), que el expresident entendió como un gesto de legitimación de su figura como interlocutor válido.

Aunque tras las elecciones generales Junts fijó la amnistía como un "punto de partida" para empezar a negociar, lo cierto es que esta ley es el principal rédito tangible que han obtenido de la negociación los de Carles Puigdemont, además de un espacio de negociación con el PSOE con verificadores internacionales, una demanda largamente reivindicada por el independentismo.

"Hemos vuelto, seis años después, al primer día después del 1-O", señalaba una fuente de JxCat consultada por EFE al poco de conocerse el pacto con el PSOE, satisfecha con el resultado de la negociación, dirigida personalmente por Puigdemont y apoyada por más de un 86 % de la militancia, sin contestación interna, al menos públicamente.

Desde JxCat se pone énfasis en que el acuerdo con el PSOE recoge por escrito la "discrepancia" entre ambas formaciones y que Sánchez deberá ganarse la estabilidad "acuerdo a acuerdo" dada la desconfianza hacia al PSOE, que deberá medir sus palabras en relación con el conflicto catalán para evitarse problemas con Junts.

Efervescencia horas antes de la investidura

Prueba de ello fue el enojo que suscitó el discurso de Sánchez entre los diputados de JxCat en el Congreso, que mantuvieron una reunión con el secretario de organización del PSOE para trasladarles el "malestar" que provocó asociar la amnistía con un "perdón".

Desde el partido se evitaba incluso confirmar si este malestar podría ir a más y afectar a su sentido de voto, aunque fuentes de la ejecutiva consultadas por EFE descartaban tajantemente que sus diputados fuesen a votar algo diferente al 'sí' en la investidura y otras voces tachaban este amago de "teatro".

"Lo que ha quedado clarísimo es que las cosas tienen que ser diferentes, todo tiene que cambiar", ha dicho la portavoz de Junts en el Congreso, Míriam Nogueras, en declaraciones a Catalunya Ràdio esta mañana, en la que ha apuntado en diversas ocasiones que la negociación "continúa" después de la investidura.

En el PSOE son conscientes de que será una legislatura difícil de gestionar y que las relaciones con Junts deberán ir "engrasándolas", como ha señalado el secretario de organización socialista, Santos Cerdán, en declaraciones en el Congreso, si bien ha reiterado su "convencimiento de cumplir" el acuerdo con los independentistas.

En el Congreso, el PSOE deberá sentarse a negociar con una portavoz de verbo afilado como Nogueras, exponente del ala más unilateralista de JxCat y que continuará marcando perfil ante una ERC que intentará hurgar en las contradicciones de su rival independentista, como ha hecho Gabriel Rufián en este debate de investidura.

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