1.333 personas tendrán a su disposición en los colegios electorales el kit de voto en braille de la ONCE para invidentes. La cifra está muy lejos de los 65.000 ciegos mayores de edad que pueden votar en nuestro país, de hecho solo supone el 2%, pero poco a poco va subiendo. En 2023, habrá 400 kits más que en 2019. Este tipo de voto accesible es relativamente joven y está costando implantarlo. En parte, porque no todos los invidentes conocen lenguaje de escritura braille y en parte porque muchos confían plenamente en sus familiares y prefieren votar de la forma tradicional.
Los kits se emplearon por primera vez en las elecciones autonómicas andaluzas de 2008 para da el derecho de votar con "privacidad y autonomía" a las personas invidentes que quieren votar, según explica a NIUS Marina Rojas, secretaria de la Comisión de Braille de España, de la ONCE.
Marina y su equipo tienen un trabajo fundamental en este proceso, porque ellos, se encargan de comprobar que las papeletas en braille coinciden con las de tinta. "Claro que encontramos errores", afirma Rojas en un breve descanso de su trabajo, que estos días es más que intenso y que consiste en garantizar la seguridad y la privacidad del voto.
El trabajo se hace hombro con hombro con empleados de Ilunion, que son quienes se encargan de producir el kit y con quienes se revisa la concordancia con los votos normalizados. Consiste en un maletín con sobres en braille para identificar las papeletas de los partidos concurrentes junto a sobres en tinta para depositar el voto y que no se identifique. En la caja también hay una plantilla troquelada, con números y letras que se asignan a partidos y candidatos, y que permite marcar los votos para el Senado.
Los afiliados a la ONCE tuvieron tres semanas, hasta el 26 de junio, para solicitar este tipo de voto. A partir de ahí, se encargan los kits y comienza el trabajo de comprobación. Que consiste en asegurar que todos los nombres de los partidos y de las listas de candidatos figuren correctamente escritos: "Tienen que coincidir exactamente para que todo funcione a la perfección" asevera Marina.
Una vez los kits están elaborados y comprobados se envían a la Junta Electoral Central que los distribuirá entre las de zona para que los hagan llegar a los colegios electorales donde va a votar alguna persona ciega.
El día de los comicios, el elector se identificará y encontrará a su nombre un kit de voto accesible que incluye una guía en braille. Tras recogerlo, se irá a un lugar con privacidad y empezará la tarea de votar, un poco más lenta que la de las personas que utilizan el voto tradicional. En primer lugar encontrará un sobre de Congreso y otro de Senado troquelados en braille.
Dentro del sobre del Senado está la sábana de votación tradicional, acompañada de un listado donde aparecen troquelados los nombres de los partidos, identificados con números, y de los candidatos, identificados con letras.
En ese mismo sobre hay una plantilla troquelada que se coloca sobre la página de votación y en la que aparecen los números y letras correspondientes a los de la lista. El votante pone la plantilla encima de la sábana (con perforaciones que coinciden con las casillas de elección) y va marcando sus opciones.
Por último, introduce la papeleta del senado en otro sobre tradicional, y ya está listo.
En la del Congreso, es un poco más sencillo, igual que ocurre con los votos normalizados. El sobre contiene tantos sobres como partidos concurran, todos ellos troquelados en braille con el nombre de un partido. Dentro de cada uno de esos sobres está la papeleta del partido correspondiente, que es idéntica a las demás. El elector solo tiene que elegirla e introducirla en sobre tradicional del Congreso.
"Los sobres con papeletas que introduzcan en las urnas serán idénticos a los demás, así que no hay peligro para la confidencialidad del voto", asevera Marina Rojas, que recuerda que después el votante se tiene que llevar los restos del kit, para seguir manteniendo esa privacidad.
El principal problema que se pueden encontrar es que hay que habilitar un espacio para el elector invidente pueda elegir su voto en total soledad, y algunos locales no disponen de suficiente espacio. Por eso, muchos optan por volver a casa e introducir las papeletas para luego volver al colegio electoral y otros prefieren, simplemente, pedir ayuda a un familiar, aunque eso suponga exponer su opción política.
Los kits se utilizan en elecciones generales, autonómicas y al Parlamento Europeo. El motivo es que la cantidad de formaciones que se presentan en estos tipos de comicios es "asumible", pero en municipales "no hay forma humana" de abarcar todas las plataformas, partidos y formaciones que concurren a las elecciones.
Marina Rojas explica que sería una gran ventaja que los kits se enviaran a casa, porque así las personas ciegas ya acudirían al colegio con el voto en los sobres correspondientes, pero de momento no lo consiguen.
En pandemia se dio la opción de hacerlo así y "se demostró que se puede hacer y no pasa nada", afirma.
De momento, en estas elecciones generales, no ha habido opción de hacerlo en casa, pero su batalla continúa, también para extender este sistema a más electores.