Pedro Sánchez cambia el paso y se lanza de lleno a la batalla del 23J con un discurso que va al ataque frontal contra la derecha. PP y Vox son lo mismo, pretenden que España retroceda y solo un Gobierno del PSOE puede parar esa "corriente reaccionaria". Es el eje central de la estrategia ideada por el presidente del Gobierno para ir a la guerra contra una derecha a la que considera "envalentonada" tras el batacazo de los socialistas el 28 de mayo donde perdieron las elecciones municipales y la mayor parte de su poder territorial. Sánchez plantea la cita electoral como una disyuntiva casi dramática, como la hora de la verdad para confrontar dos modelos. O un Gobierno socialista de progreso o uno con PP y Vox, "el tándem de extrema derecha y derecha extrema. Dos fuerzas semejantes en la forma y le fondo". Nosotros o ellos, "la mejor España o la peor derecha".
Sánchez va al choque directo identificando en todo momento al partido de Alberto Núñez Feijóo y al de Santiago Abascal y dibujando una España de recortes, precariedad y "homófoba" si llegan al poder. El objetivo último es tensionar y reactivar todo el voto de izquierdas entorno al PSOE. Las líneas maestras las marcó este miércoles ante los que han sido sus diputados y senadores durante tres años y medio a los que agradeció su trabajo que ha dado estabilidad a España aprobando 213 leyes y tres presupuestos generales del Estado. Sánchez quiso insuflar ánimos a los suyos que todavía están en shock por la derrota. Y para eso recurrió a un discurso mucho más emocional y más intenso que los ha dado durante toda la campaña. Aunque defendió su gestión, los datos quedaron en un segundo lugar para apelar al orgullo socialista. "Movilizador y empático", defendió el equipo del presidente.
En Ferraz y en Moncloa saben que la única posibilidad que tienen el 23 de julio frente a un PP disparado es movilizar. Sánchez aborda el 23 de julio como un momento decisivo donde los españoles tendrán que elegir qué país quieren para la próxima década. Sus llamadas al voto útil de la izquierda van a ser constantes en estos cincuenta días que quedan por delante. "Necesito contar con un respaldo fuerte y rotundo, porque España se juega mucho, los retos son formidables", apuntó el presidente que se niega a aceptar el marco que quiere imponer el PP de que ha comenzado un cambio de ciclo que aupará a Feijóo a La Moncloa.
Moncloa defiende que la arenga del presidente es lo que necesitaba el partido que todavía está digiriendo la severa derrota. Fuentes del Gobierno señalan que aunque Feijóo se esfuerce en no querer depender de Vox los hechos demuestran lo contrario. Sánchez pondrá encima de la mesa en las próximas semanas los logros sociales de su Gobierno, pero sobre todo alertará de lo viene si PP y Vox llegan al gobierno y presionará para que Feijóo y Abascal expliquen qué quieren hacer. La pregunta está clara: "¿Qué es derogar el sanchismo?".
Sánchez reta al PP si significa "destruir" todo lo construido, desmantelar y acabar con los avances sociales. A partir de ahí puso ejemplos concretos para intentar llegar a la mayoría de votantes progresistas. Se preguntó si derogar el sanchismo es acabar con el aumento del salario mínimo interprofesional que está en 1.080 euros y devolverlo a los 720 euros de la etapa de Mariano Rajoy, si es derogar la reforma laboral para "imponer de nuevo la precariedad", si significa suprimir el ingreso mínimo vital que la derecha calificó como "una paguita", si es suprimir los impuestos a las grandes energéticas para volver a "sus amnistías fiscales", acabar con la ley de muerte digna, con la de vivienda o con las becas para los más necesitados.
La intervención del presidente, interrumpida constantemente por aplausos, fue muy dura de principio a fin. Mencionó a algunos dirigentes del PP y de Vox con nombres y apellidos para poner el énfasis en la confrontación de proyectos. De Javier Ortega Smith dijo que "despreció a una mujer en silla de ruedas víctima de la violencia de género", se refirió a Isabel Díaz Ayuso y sus plantas en los balcones para hacer frente a la emergencia climática, a Juan García Gallardo que cuestionó que el CO2 hiciese daño a la salud, a Santiago Abascal que exige la derogación del derecho al aborto o al propio Feijóo que premió con una maleta a los estudiante gallegos para que se fuesen de España. La conclusión del presidente fue rotunda: "España es mucho mejor que todo eso".
En ese punto reivindicó un país tolerante, "extraordinario, admirable, jovial", diverso, sin confrontaciones territoriales que quiere progresar y avanzar. "No podemos permitirnos el lujo de retroceder ni un milímetro", apuntó. Una de las claves de su mensaje fue acusar a la derecha española de trumpismo y vaticinó cómo será la campaña electoral. "La tormenta va a ser tremenda", proclamó.
Una campaña, según Sánchez, llena de insultos, mentiras y descalificaciones donde PP y Vox "inventarán barbaridades" y tratarán de "crispar hasta límites insospechados" con el empeño de la desmovilización. Hasta le acusarán, dijo, de "pucherazo" copiando a "sus maestros norteamericanos que lanzaron una turba enloquecida al asalto del Capitolio para denunciar un falso pucherazo en las elecciones e Trump contra Biden". En su línea argumental el presidente tiró una vez más del discurso que identifica al PSOE con la mayoría social y a la derecha con los intereses de los poderosos. "A la hora de la verdad vale lo mismo el voto de un conductor de autobús que el del propietario de un canal de televisión". En esa línea, también recordó que el PP lo fundaron 7 exministros de la dictadura con la financiación de "unos cuantos banqueros" y el PSOE 25 trabajadores en un bar de Madrid.
El PSOE ha intensificado su ofensiva en redes sociales. Después mostrar en un vídeo de precampaña el lapsus del portavoz de campaña del PP, Borja Sémper, en el que decía que los populares querían "que la mentira vuelva a operar en política" con imágenes del Prestige o de Luis Bárcenas, ha llegado el segundo recordando que Feijóo convocó elecciones en Galicia un 12 de julio después de que el líder popular haya arremetido contra la fecha de las generales afirmando que no tenía precedentes en medio siglo de democracia española. En la página oficial del PSOE en Twitter aparece además una foto de Sánchez en rojo y una de Abascal y Feijóo en verde, el color de Vox, con la frase: "O una España de derechos, o una España de extremas derechas".
Sánchez admite que el 23 de julio pilla a todo el país cansado y con las primeras vacaciones con completa normalidad tras la pandemia en el horizonte, pero antepone la trascendencia de lo que está en juego. El presidente ya tiene puesto el traje electoral, muchos diputados dicen que salieron con las "pilas cargadas" de esa reunión a pesar de lo complicado de la remontada y el PSOE ya está en la tarea de elaborar las listas. Mientras,miran de reojo a lo que pasa a su izquierda porque su futuro también pasa por si Yolanda Díaz consigue armar una candidatura unitaria.