Se reservó para contestar a todos los grupos al final, y lo ha solventado rápido. Si ellos tardaron más de siete horas en dejar sus opiniones sobre la candidatura de Ramón Tamames en la moción de censura de Vox al Gobierno, a él le han bastado ocho minutos y medio para replicarles.
Las caras de escucha, unas sonrientes y otras con gesto anonadado, de los interlocutores no dejaban lugar a dudas de lo sorprendentes de algunos análisis, como el que ha hecho de la CuP, de solo una frase con dos ideas: "Interesante, aunque no lo comparto". En esa misma línea ha hablado de casi todos, especialmente de los partidos nacionalistas que ayer le recriminaban prestarse a ir de la mano del partido de la ultraderecha.
El economista y exdiputado que ha pasado hasta por cuatro formaciones políticas les ha explicado que les está diciendo "lo que tienen que hacer" por confianza, porque él mismo pasó siete años en la Cámara Baja, aunque en algún momento, esa confianza le llevado a herir sensibilidades, como la de Inés Arrimadas, que con sonrisa estoica ha escuchado que el proyecto de Ciudadanos de Albert Rivera se "malogró" y que habrá que ver qué pasa en las próximas elecciones.
No ha sonreído el portavoz del PNV, Aitor Esteban cuando Tamames le ha dicho que "los vascos creen que están todavía reprimidos" y se preguntaba que "qué cosa es esa". En Bildu asentían a las discrepancias con sonrisa irónica; igual que Baldoví, al que le ha dicho que no debería gritar tanto.
Tamames ha dejado claro que no se había estudiado todos los nombres, ni siquiera todas las nomenclaturas (ha dicho PdLat en lugar de PdCat) y se ha tomado la licencia de decirle a Errejón que ya tendrá tiempo de moderarse y a Patxi López que debería tranquilizarse para que no le de un infarto.