Las casi cuatro horas de declaración en la Audiencia Nacional este mañana parecían habérsele quedado cortas a Francisco Camps. Tras un tenso interrogatorio de la fiscal Concha Sabadell, el expresidente valenciano, acusado por las adjudicaciones a la Gürtel en el stand de Fitur de 2009, quería seguir contestando a preguntas que el Ministerio Público ni siquiera había formulado. Es la última causa que le acorrala y que le sienta en el banquillo con una petición de dos años y medio de cárcel, que él ha intentado alejar con una demostración de verborrea y una puesta en escena a la que no le ha faltado de nada, ni fotografías, ni momentos de frivolidad, ni lamentos por la situación que atraviesa.
Incontables son las veces que el presidente del tribunal le ha tenido que reprender por intentar marcar la pauta del interrogatorio. El de la Fiscalía está concluido, pero la declaración seguirá este jueves para que el acusado pueda responder a las preguntas de su propio abogado.
Con él, Camps podrá dar rienda suelta a todas las explicaciones que se le hayan quedado en el tintero, que en realidad no han sido muchas porque ha conseguido imponer su discurso y dejar claros los mensajes que llevaba preparados: que no conocía a Correa; que no era amigo de Álvaro Pérez; que no tuvo nada que ver en la contratación de la Gürtel; que durante 14 años se ha sentido perseguido por la Fiscalía; y que está loco por volver a la política. En su última respuesta a la fiscal Sabadell, y a modo de comentario jocoso, le ha dicho que si retira los cargos contra él, empezaría a hacer campaña "hoy mismo", aunque eso, a todas luces, lo tiene muy complicado.
En este juicio, Camps está entre dos versiones de los distintos acusados: por un lado Francisco Correa, Álvaro Pérez, Isabel Jordán, o Álvaro Crespo, que aseguran que él dictaba las contrataciones que se hacían; por otro lado, los funcionarios que aseguran que todo se hizo correctamente.
El que parecía una de las grandes promesas del Partido Popular ha sido exonerado en nueve causas y en un principio no estaba en esta. Sin embargo, las declaraciones de Álvaro Pérez y del ex secretario general del PP valenciano Ricardo Costa, que le responsabilizaron de las contrataciones han acabado con él en el banquillo.
Uno de los puntos por aclarar en este caso, y es fundamental, es la relación que Camps tenía con Correa o con Álvaro Pérez. El cabecilla de la trama señaló durante su declaración que conoció al expresidente valenciano en la boda de la hija de Aznar con Alejando Agag, que después se vieron dos o tres veces y que hasta tuvieron una reunión en un hotel.
En cuanto al incidente del primer día, cuando tras la declaración de Correa se acercó a él para pedirle explicaciones por implicarle y para decirle que le estaba "arruinando la vida", Camps ha pedido disculpas y ha insistido en que ese fue su primer encuentro.
Pero lo realmente complicado era desmontar su relación con Álvaro Pérez, al que ahora describe como "el tramoyista del PP, pese a las cariñosas conversaciones que mantenían por teléfono, algunas con la intervención de su mujer. Los cabecillas de la trama Gürtel siempre han sostenido que tras la llegada de Rajoy a la dirección del PP, se rompieron las relaciones con Génova y que aprovechando la buena relación del líder del PP valenciano con Pérez, se trasladaron a Valencia. Las conversaciones que se han oído en el tribunal reflejan un trato cercano que Camps ha rechazado una y otra vez.
Según su versión, no supo nada de la trama Gürtel o de su empresa en Valencia, Orange Market, hasta que el juez Baltasar Garzón dio inicio a la causa. Sí admite que Pérez solía estar en su equipo para los actos, pero no lo consideraba uno de sus hombres y mujeres de confianza.
Lo de la persecución de la Fiscalía es todo un mantra para Francisco Camps. Sus nueve exoneraciones le sirven para insistir en que cuando sale absuelto de un caso, como el de los trajes, vuelven a perseguirle con otro. La idea la ha repetido en la calle, ante los medios, durante estas semanas de juicio, y frente a la fiscal Sabadell lo ha vuelto a hacer varias veces.
Incontables son las ocasiones en las que el presidente del tribunal ha pedido a Camps que se contuviera. "Me he emocionado, disculpe", ha llegado a excusarse en una de las ocasiones en las que el magistrado le pedía respeto al tribunal porque "estamos en algo muy serio".
Con paciencia y amabilidad el magistrado ha ido reclamando a Camps que se "centrara", que se limitara a "contestar las preguntas" o que no hablara "así" a la fiscal.
No es que Camps haya estado maleducado, pero ha resultado ser un acusado que va a su aire, y no sólo hoy. Tras el incidente con Correa, que se produjo fuera de la sala, y las quejas por sus gestos y comentarios durante otras declaraciones, el magistrado José Antonio Alarcón le ordenó sentarse "en la primera fila", para tenerlo controlado.