Renovarse o morir. Ciudadanos se refunda este fin de semana estrenando nuevo liderazgo y unos nuevos estatutos en un intento a la desesperada de sobrevivir políticamente. Es el capítulo - ya veremos si final-, de una historia de ascenso meteórico a los cielos y de descenso a los infiernos y que tiene pinta de que no terminará bien. Las primarias fratricidas celebradas esta semana dieron la victoria a la candidatura patrocinada por Inés Arrimadas con una muy escasa participación y dejan un partido dividido (apenas 300 votos de diferencia con los partidarios de Bal) y unas heridas en carne viva que serán muy difíciles de cerrar.
Estos son los siete momentos clave que han marcado a Ciudadanos hasta hoy, con los naranjas matándose entre sí por los despojos del proyecto y un PP a la espera de lanzarse a la yugular, de hecho, asistirán a la Asamblea de este fin de semana.
Tres lustros largos han transcurrido desde el nacimiento de un partido con vocación de aunar la voz no nacionalista de Cataluña, ocupar el espacio de centro y hacer de bisagra política. Otro intento frustrado, que se lo digan a UPyD.
Ciudadanos nació en una cena en Barcelona. Corría el año 2004. Eran los tiempos del tripartito del PSC, ERC e Iniciativa. El desencanto de una parte del electorado catalán no nacionalista que no se sentía representado hacía mella. Pasaron dos años y la semilla que Françesc de Carreras, catedrático de Derecho Constitucional y el analista político Arcadi España pergeñaron entre plato y plato, se hizo realidad. Fundaron Ciudadanos en 2006. Eran 15. Entre otros, el dramaturgo Albert Boadella. Nadie quería ser el presidente, así que decidieron hacerlo por orden alfabético. Empezaron por la "A" y le tocó a Albert Rivera. Miembro de la Ejecutiva se convirtió por obra y gracia del alfabeto en el presidente de Ciudadanos.
Concurrieron a las elecciones autonómicas de ese año con un cartel rompedor. Un Rivera en pelota picada cosechó tres escaños. Comenzaba su liderazgo. Triplicaron sus escaños hasta 9 diputados en 2012. Los catalanes no nacionalistas que no se identificaban ni con PP ni con PSC empezaban a verse reflejados en Cs.
En 2013, España pagaba las consecuencias sociales y económicas de la crisis de 2008. El 15M había sacado la indignación a la calle. Era la época en los que los papeles de Bárcenas salieron a la luz y el bipartidismo implosionaba acusado de ser un sistema corrupto. La crisis era también institucional.
Ciudadanos aparcasu ‘leitmotiv’ de partido anti independentista y da el salto a la política nacional. Podemos (creado en 2014) capitalizaba entonces el desencanto de muchos españoles y Ciudadanos se convierte en la opción para aquellos que, hartos de PP y PSOE, no querían votar a un partido tan de izquierdas como el de Pablo Iglesias.
Rivera deja a Inés Arrimadas en Cataluña, yse lanza a la conquista del resto de España. Cada vez tiene más poder, algo que algunos de los fundadores no ven con buenos ojos. Los afiliados suben como la espuma y los votos también. En Ciudadanos no hay bases, hay fichajes. Reclutan perfiles para hacer listas y comienzan a tener representación en varios parlamentos autonómicos. En Andalucía lograron 9 escaños en su estreno en 2015 y fueron la "bisagra" de Susana Díaz.
Pero es 2017 el año fetiche de Ciudadanos. Con Arrimadas como cabeza de cartel, se convierten en la fuerza más votada en las autonómicas de Cataluña, con más de un millón de votos y 36 escaños, por delante de Junts y ERC. Se sienten imparables.
Con el empujón de Cataluña, Rivera se viene arriba en Madrid.Ya tenía 40 escaños tras su estreno en las elecciones de 2015, pero en los comicios de abril de 2019, los naranjas rozan el cielo. Sánchez gana con 123 escaños y Rivera logra 57, su mejor resultado. Se queda a tan solo 210.000 votos del PP de Pablo Casado.
El líder de Ciudadanos tiene en su mano la gobernabilidad del país. La suma PSOE – CS les da de sobra para formar un gobierno de coalición. Rivera puede ser vicepresidente, pero le ganan los cantos de sirena que vaticinan puede desbancar al PP. Enarbola su “no es no“ a Sánchez. Se la juega y le sale mal.
Su negativa a formar gobierno con el PSOE fractura el partido. Se van hombres fuertes como Toni Roldán, el encargado del programa económico de Cs que lo considera un error. El castellanoleonés Franscisco Igea también muestra su descontento y el "cesarismo" de Rivera.
Las elecciones se repiten en noviembre de 2019. Ciudadanos se queda con solo10 escaños. El fiasco es monumental. Rivera deja la política y comienza la debacle naranja. Poco a poco abandonan el barco los más íntimos de Rivera, su número dos; José Manuel Villegas, Fernando Páramo. El goteo de bajas no cesa. Arrimadas queda a los mandos de un partido que se desinfla.
Cataluña es de nuevo el termómetro de Ciudadanos. Los naranjas pierden 30 de sus 36 escaños en el Parlament en las elecciones del 14F de 2021.Todo comienza a empeorar más si cabe.
El resto de feudos en los que Cs cogobernaba con el PP, como Madrid o Castilla y León parecían no peligrar. Los naranjas tenían poder. Pero un arriesgado movimiento en Murcia durante el mes de marzo de 2021 acelera el hundimiento autonómico naranja.
Tres diputados tránsfugas de Cs, tras una rápida reacción del PP de Casado, tumban la moción de censura que el PSOE y los naranjas habían preparado para hacerse con el Gobierno de Murcia y el Ayuntamiento.
Madrid inicia la sangría. El rumor de un giro de Cs a favor del PSOE para derrocar a Isabel Díaz Ayuso es cortado de raíz. La presidenta madrileña rompe con los naranjas. Sus desavenencias con el vicepresidente Ignacio Aguado (Cs) eran 'vox pópuli'. Ayuso convoca por sorpresa elecciones anticipadas para el 4 de mayo de 2021. Aguado deja la política. Su sustituto, un aterrizado Edmundo Bal, no logra salvar la papeleta. Ayuso arrasa. Ciudadanos desaparece de la Asamblea de Madrid. De 26 diputados a 0.
Como un dominó, la siguiente en caer es Castilla y León. Días antes de Navidad, Alfonso Fernández Mañueco, el presidente de la Junta, anuncia elecciones. Su vicepresidente, el naranja Francisco Igea, se entera en directo por la radio. El enfado es mayúsculo. La debacle también. Ciudadanos solo logra un escaño, el de Igea, y pierde once procuradores. El PP se ve obligado a pactar con Vox y darle por primera vez una vicepresidencia a la extrema derecha.
Sólo quedaba el bastión andaluz. El gobierno al alimón entre Moreno Bonilla y Juan Marín funcionaba. Ambos estaban a gusto. Pero el calendario obligaba y había que convocar elecciones. En junio Ciudadanos también desapareció de Andalucía. Sus 21 escaños se volatilizaron.
Desde 2015, los naranjas han perdido más de la mitad de sus escaños autonómicos y lo que eso supone en dinero. Unos 5,2 millones de euros han dejado de ingresar al quedarse sin diputados en tres comunidades.
Un partido sin dinero, sin poder decisorio y sin caras. La desbandada ha sido enorme en los últimos tiempos. Se ha marchado hasta el eurodiputado Luis Garicano , mano derecha de Arrimadas. Tampoco han faltado cambios de chaqueta como el de la portavoz de Cs, en Cataluña, Lorena Roldán que se pasó al PP o el de Toni Cantó en Madrid.
Arrimadas, con el agua al cuello, anunciaba in extremis la 'refundación del partido'. Edmundo Bal decidió plantarle cara en unas primarias fraticidas que ha terminado perdiendo. La participación ha sido muy baja. Ni a sus afiliados parece interesarles el futuro de la formación. La maldición del centro puede repetirse. El fantasma de formaciones como UCD y de UPyD, el partido de centro creado en su día por Rosa Díez, está en la mente de muchos.
Lo único seguro hasta ahora es que los naranjas renovaron el contrato de alquiler de su sede en la calle Alcalá de Madrid hasta 2026, si siguen el camino de la autodestrucción política les podría pasar que la sede se quede sin partido.