Justo cien días después de dejar la política por un problema médico, Macarena Olona vuelve al tablero nacional. De momento lo hace a través de la Fundación Igualdad Iberoamericana con sede en Panamá y en España y con la misión de volver al Congreso de los Diputados de la mano de una iniciativa legislativa popular contra la violencia de género. La ex de Vox quiere utilizar esta plataforma como futuro trampolín para volver a la primera línea política aunque esperará unos meses hasta decidir si esta fundación cristaliza en partido político.
Olona no cierra la puerta a presentarse a las próximas elecciones generales pero antes quiere comprobar si hay agua en la piscina. Para ello recorrerá toda España para recabar el medio millón de firmas que necesita para sacar adelante una iniciativa popular que de paso arrebata a Vox una de sus banderas tradicionales.
“El partido que estoy jugando ahora no es un partido político. La batalla que voy a dar es ideológica, la lucha del bien contra el mal”, afirmaba ante una sala abarrotada de periodistas y una quincena de cámaras de televisión.
Olona se ha presentado como una especie de Georgia Meloni patria, guardiana de las esencias del Vox verdadero. “Es tiempo de liderazgos femeninos”, ha proclamado.
La abogada del Estado ha asegurado que la financiación para poner en marcha esta fundación de momento ha salido exclusivamente de su bolsillo, aunque a partir de ahora se abre a donaciones de particulares además de poner en marcha un crowdfunding con el que conseguir capital que la respalde.
En este sentido niega “los bulos” que atribuye a la dirección de Vox de que esté utilizando la herencia de su padre, antiguo testaferro de Jordi Pujol y fallecido hace unos meses en Panamá, para financiarse.
“Es algo muy indigno. En Vox saben de la relación muy dolorosa que he tenido con mi padre y conocen perfectamente que renuncié a su herencia”, ha asegurado dolida. También ha negado que reciba aportaciones de dinero del exbanquero Mario Conde.
En ningún momento la alicantina ha mencionado expresamente a su anterior jefe Santiago Abascal pero las relaciones están rotas del todo. Hasta el punto de que Olona le ha lanzado un dardo envenenado al asegurar que su fundación no es un "chiringuito del que vivir" porque ella tiene su profesión de abogada del Estado y sus propios ahorros.