Jonatan asegura sufrir una disforia de género, que es el estado estado de ánimo de tristeza, ansiedad o irritabilidad por no sentirse cómodo con el género con el que se nos identifica al nacer. Esa disforia la alegó primero ante la Justicia Canaria y después ante el Supremo para negar ser el autor de la violación de su prima tras darle una treintena de martillazos en la cabeza que le acabaron provocando la muerte, desangrada, después de la agresión.
Jonatán admitió el asesinato pero no la agresión sexual y pidió que se le rebajaran los quince años de cárcel impuestos por violación.
Según su tesis, se siente mujer y al no atraerle las mujeres, no tiene "ánimo libidinoso" hacia ellas. Eso, eso -añade- le elimina como sospechoso de la violación. Pero el Supremo le ha dicho que ese argumento es nulo y que en otras ocasiones ya ha zanjado que lo relevante no es que haya ánimo libidinoso o no. La clave está en los hechos, en la agresión, al margen de cuál sea el móvil del agresor.
El duro relato de hechos de la sentencia, adelantada por Europa Press y a la que ha accedido NIUS, explica cómo ocurrió todo, el 4 de junio de 2018.
Su prima vivía con sus padres en una casa contigua, en la localidad del Valle de Santa Inés en Fuerteventura y él tenía estudiados todos los movimientos y horarios de los padres.
Así que aquella madrugada se quedó mirando por la ventana hasta que vio que ella volvía a casa, que sus padres se habían marchado y que estaba sola en la casa.
Usó una llave que había robado, se puso unos guantes y una chaqueta con capucha y entró en la habitación donde su prima dormida. La sentencia detalla que "la golpeó alrededor de 30 veces con un martillo en la cabeza y la asfixió con un cinturón". A continuación la violó usando un elemento que se llevó consigo "bien el mango del martillo, bien el mango de la navaja, ambos u otro objeto no identificado, le bajó las bragas a Vanesa y se los introdujo con fuerza por vía anal". Finalmente, sef ue de la casa "sin poder esconder el cuerpo ni limpiar toda la sangre·.
Pero poco después, Jonatan se dio cuenta de que se había dejado la chaqueta en el lugar del crimen, y confesó el asesinato ante la Guardia Civil, aunque nunca la violación. Según él, "no se siente hombre", "no tiene deseos sexuales hacia una mujer" y por eso no pudo haberla violado, insistió desde el principio.
La Audiencia Provincial de las Palmas, ya le dijo que ese argumento no era válido y lo condenó a 40 años de cárcel. 15 por la agresión sexual y 25 por el asesinato.
Los magistrados del Supremo le rebajan a 23 la condena de asesinato porque sí descartan las agravantes de "disfraz" y "aprovechamiento de lugar y tiempo", pero mantiene que el crimen se perpetró con "alevosía", al quedar claro que se aseguró de que su prima no pudiera defenderse, que tenía toda la intención de matarla.
La lista de motivos en el recurso de condenado incluía también una petición de atenuante por confesión. Pero tampoco ahí se sale con la suya y le recuerdan que confesó tarde, cuando ya había pistas que llevaban hacia él. Además, no facilitó el esclarecimiento de los hechos e intentó imputar la violación a la pareja de su prima.
Los jueces tampoco hacen suyo el eximente que Jonatan solicita por "anomalía o alteración psíquica". En el juicio, los forenses admitieron que sufre un leve retraso mental, pero que comprendía perfectamente lo que estaba haciendo.
Así que ninguno de sus intentos de retorcer la ley la han valido al condenado, que sí, rebaja en dos años la pena por asesinato, pero sigue condenado a 38 años de cárcel. Además, tendrá que pagar 130.000 euros a su tío, otro tanto a su tía, y 30.000 a la pareja de su prima y víctima.