'Ibídem' la obra de diez presos de Burgos con el pintor Juan Vallejo: "Es más fácil pintar el dolor que la fiesta"
10 internos han elaborado una obra de cinco cuadros en un taller con el pintor Juan Vallejo
'Ibídem' (en el mismo lugar) el el título de la obra, que se quedará en el salón de actos de la prisión
La directora de la cárcel impulsa estos talleres "motivacionales" para el cambio de conducta
"¿Cómo voy a pintar una emoción, un sentimiento... qué color y qué trazo tiene eso?", esta reflexión, se la hizo Pascual hace unos meses, al enfrentarse al reto de pintar arte abstracto. Pascual se declara un apasionado de todas las artes, pero no es profesional, de hecho acaba de "descubrir su parte creativa" con la pintura. Nos lo cuenta desde la cárcel de Burgos donde cumple condena y donde ha participado junto a otros nueve compañeros en un taller intensivo de pintura, dirigido por el pintor Juan Vallejo.
Otro de esos compañeros, Miguel, pidió participar porque él es dibujante y había hecho trabajos como tatuador, pero en este taller ha descubierto otra dimensión de la pintura. Ha aprendido a expresarse de otra manera y a "entender" lo que otros quieren transmitir a golpe de pinceladas. "Todo se ha hecho por votación", explica al hablarnos del proceso de creación de cinco cuadros que se van a quedar en el salón de actos de la prisión y que se agrupan bajo el nombre Ibídem.
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La obra central es un tríptico, pintado también por los laterales, que sigue siendo arte cuando se cierra, y no, no lleva como título la libertad, sino "el camino de la vida". El tema, como los demás escogidos, se adoptó por votación de los diez internos participantes en el proyecto. Y así, todos los pasos, desde los bocetos hasta los colores que se iban usando. Ningún cuadro es de uno solo de ellos, todos son de todos, nos explican Miguel, Pascual, y también Juan Vallejo, el director de esta obra colectiva.
Me han enseñado a pintar (Juan Vallejo, pintor y director del proyecto)
Vallejo, colaborador habitual de la prisión asegura que los presos le han "enseñado a pintar". Para él fueron como un lienzo en blanco, y decidió aprovechar su "vacuidad cultural": "Sabía que de ahí sólo podía manar algo inteligente, algo que no se había visto, y así fue, es una obra totalmente auténtica y totalmente" nos explicaba entusiasmado el día en que acababa de tener la última jornada del taller.
Todas las entrevistas con NIUS se han hecho por teléfono, pero el entusiasmo de todos ellos es evidente. Juan habla de "ósmosis", cuando les preguntamos a los internos por él, tampoco hay duda: "Es maravilloso", dice Pascual, que asegura que Vallejo le ha dado uno de los "pocos momentos de felicidad" que ha tenido en la cárcel. De Juan, Miguel destaca su sinceridad y su forma de transmitirles lo que quería: "Nosotros podemos ser artistas, pero que él se haya tomado el tiempo de enseñarnos, de mezclar un color, de pedirnos que fuéramos curiosos, es un lujo", asegura.
Para que fueran curiosos, el les mostró trabajos de los mejores: Matisse, Picasso o Kandinsky y les enseño a "mezclar los colores o a "oler las telas".
En apenas 15 días, los cuadros estaban prácticamente terminados en unas sesiones en las que se habló de la vida. Juan relata que durante aquellas mañanas de trabajo "se entreveraban las cosas, la vida y la técnica. Por ejemplo, uno me decía de repente, me queda tanto tiempo para salir, y después seguía pintando".
La última mañana, Juan los dejó tristes. Él dejó todo el material que pueden usar (por ejemplo los disolventes están prohibidos) para que sigan descubriendo. A casa, se llevó el retrato que le hizo uno de sus alumnos de prisión durante una noche en la celda.
Tanto Miguel como Pascual seguirán pintando, de una u otra forma. A Pascual el taller le ha dado la posibilidad de ser un poco libre mientras sigue preso. Miguel, que tiene dos años de cárcel por delante, se queda con el aprendizaje, también el vital, que le ha dado esta experiencia.
'Ibídem', en el mismo lugar
El título de la obra, por supuesto elegido por votación, fue Ibídem, que significa "en el mismo lugar" para una obra que se va a quedar en el mismo edificio donde se pintó, aunque en una sala importante, el salón de actos de la cárcel, a donde todo el mundo acude siempre por uno u otro motivo.
Eso sí, el día de la Merced, el día de las prisiones, la obra saldrá de la cárcel de Burgos y recorrerá seis kilómetros hasta el Monasterio de San Juan para ser expuesta. La directora de la prisión, Elena Ramos, espera que al menos un par de autores de la obra puedan salir a explicarla en público.
Ella, muy vinculada al proyecto, propuso ese título, bien acogido por los internos para una obra que también está dedicado a temas como "la fiesta", "la incertidumbre", "el conocimiento y la sensibilidad" y el "sufrimiento". Ese último cuadro es el favorito de Pascual, el que le resultó más fácil pintar. Para él, es mucho "más fácil plasmar el dolor y la tristeza" que otros conceptos como la fiesta.
Estos talleres les hacen comprometerse y motivarse y eso es un motor del cambio (Elena Ramos, directora de la prisión de Burgos)
Para Elena Ramos, la primera mujer que ha dirigido la cárcel de Burgos, estos talleres son fundamentales por su "papel transformador", una de las claves de la reinserción en la que ella cree firmemente: "Les hace comprometerse y motivarse y eso un motor de cambio" explica al hablar de esta iniciativa.
Como directora de la prisión, busca continuamente formas de "motivar" a los internos, y ha descubierto que la cultura y el arte son elementos clave para ayudarlos a "repararse" y que después puedan "reparar el daño causado".
En la cárcel de Burgos hay un taller de ajedrez, otro de teatro, o el periódico "La voz del patio". Lo de la pintura ha sido un éxito a ojos de la directora, que describe como un "lujo" tener a Juan Vallejo, colaborador habitual y amigo de algunos presos políticos que pasaron por ese penal como Marcos Ana.
La selección de internos para el taller es cosa de la Junta de Tratamiento, porque ellos "conocen a los internos, saben en qué momento está cada uno y cómo les encaja acceder al taller". La condición, que estén "mínimamente estabilizados".
Elena explica que estos talleres, sin beneficio penitenciario, si tienen resultados terapéuticos: "El cambio es inmediato, empiezan a responsabilizarse. Primero tienen que pensar sobre qué temas van a pintar y eso les hace reflexionar. Y la creatividad conlleva compromiso, no pueden estar ausente, trabajan en equipo, deben ser puntuales, auto exigirse, y al final dejan de victimizarse, porque están trabajando en un proyecto".
La directora de la cárcel conoce de sobra la realidad penitenciaria y asegura que estos talleres "levantan la autoestima" de los internos: "Aquí llega gente muy dañada" y la cultura -asegura- les ayuda a cambiar. Por eso, ella apuesta "mucho" por las visitas fuera del centro.
Siete de cada diez presos que salen de la cárcel no vuelven a ella
Elena hace suyo el lema de la pensadora, escritora y feminista Concepción Arenal, en cuyo epitafio se pude leer "Odia el delito y compadece al delincuente", porque el trabajo en las cárceles "trata de sanar".
Y esa sanación se produce, según los datos que aporta Ramos: “Siete de cada diez presos que abandonan la cárcel no regresan nunca a ella“.
Por eso, impulsa estas iniciativas que se suman a los talleres ocupacionales, por ejemplo de cocina. Le gusta la idea de de convertir esto en un taller permanente. Sólo falta alguien que, como Juan Vallejo, esté dispuesto a regalar tiempo y conocimientos.