La polémica por el beso lésbico en Lightyear, la última película de Walt Disney, nos obliga a pensar en los que dicen que no son temas 'apropiados' para los niños. ¿De qué se le puede hablar a los niños y de qué no? La multinacional ha reflejado en sus películas las pasiones humanas: hemos visto con cinco o seis años una madrastra que prepara una manzana envenenada para una adolescente; la muerte de la madre de Bambi y el del padre de Simba, en el Rey León. Hemos visto mucha pasión entre las princesas y los príncipes que se comen la boca ante los ojos de los niños del mundo entero, que lo ven con la naturalidad que requiere.
¿De qué entonces no podemos hablar a los niños, se les puede hablar de la muerte, se les puede hablar de familias con dos madres o dos padres? La psicóloga María Padilla, especializada en terapias en edades infantiles, es proclive a hablar de todos los temas, aunque cambie la forma en la que se aborda, según sea la edad. Los besos lésbicos, los abrazos entre hombres, y la afectividad en general forman parte de la cotidianidad. Están a la vista de todos, en las calles, en las escuelas en las guarderías, también en las películas, como Lightyear.
Por eso se puede hablar con los niños "con la naturalidad más grande y explicándoles que la frecuencia no es sinónimo de normalidad (no es frecuente ver una relación de dos papas y sí es normal). La directora de Capital Psicólogos subraya que "no es cuestión de opinión, es cuestión de aceptar y tolerar el derecho a la libertad que disfruta cada persona de este mundo, ya sea en su elección de unidad familiar como en su elección de cómo hacer un pastel."
Podemos pensar que mejor ignoramos estos temas con nuestros niños; algunos van más lejos y piensan que esto puede influir negativamente en su formación. Lo cierto es que "si al niño le llama la atención un compañero de clase, porque le viene a recoger dos mamás y le despierta la curiosidad por percibir esa condición como diferente, aprovechar para comunicar que en la diversidad y en la diferencia está la clave para que se disfrute de cada ser humano. Que él forma parte de esa diversidad y que en la diferencia es dónde está la normalidad, en resumen, enseñarle a ser."
"Esto no va a traumatizar nunca a un niño, porque forma parte de la vida. Es normal que dos personas que se quieren se den un beso. Es una oportunidad para poder explicarle a los niños que son los sentimientos y las relaciones entre las personas. Otra cosa es la pornografía que sí puede traumatizarlos." Padilla achaca al desconocimiento estas mareas de opiniones en redes sociales , "cuando todo el mundo piensa que sabe de psicología y afirman de cómo se traumatiza un niño sin tener la formación."
Sobre el tema de la muerte explicada a los niños, la psicóloga y coach María Padilla alaba cómo lo ha hecho Disney en sus películas, "porque mediante una historia donde el protagonista es un héroe ha sufrido la pérdida de su figura principal de una manera muy cuidadosa."
Los pedagogos, Pablo Rodríguez Herrero y Agustín de la Herran, investigadores de la Universidad Autonóma de Madrid, apuestan por lo que llaman "conciencia de la muerte educada" que "no significa poner la lupa sobre la muerte, ni amplificar, simplemente, consiste en normalizar la muerte como un tema y fenómeno natural para el ser humano. De hecho, la investigación indica que "los niños y adolescentes incluyen la muerte en sus juegos, discursos o reflexiones".
La muerte está presente en nuestra cotidianidad, en las películas infantiles, aunque quizá no explicada de la mejor manera, como aseguran estos dos pedagogos, que han realizado un extenso trabajo sobre la educación integral para "formar ciudadanos más comprometidos con su mundo y la transformación de la sociedad".
“La muerte esta incorporada en la naturalidad de los críos. No es nada patética ni traumática, ellos hablan de la muerte de los dinosaurios, las hormigas. El problema está en el adulto. Que acaba por cambiarle el significado y llegamos a extremos al alejarlo de su propia noción de muerte”, me dice el pedagogo Agustín de la Herrán Gascón.
De hecho, el tema de la muerte hay que explicárselo a los niños "cuando hay una pérdida y el niño hace preguntas, requiere, sobre todo, calidez, empatía, presencia y seguridad de que tiene personas que le acompañan. Lo que no requiere son mentiras (“se ha ido de viaje”, “se ha quedado dormido”, “se ha ido al cielo”…)" ni juicios externos, interrogatorios, certidumbres, etc. . Los dos educadores rechazan "comunicar certidumbres imaginadas que sólo le alejarían más y más de la realidad y de su interior." Para entender la muerte biológica, incluso otros conceptos de muerte habrá tiempo "cuando corresponda, según su evolución y desarrollo."
De la misma opinión es la psicóloga María Padilla, que reitera la importancia de la edad para este tema de la muerte, porque "no es lo mismo la comprensión de un niño a los 3 años que a los 8 o a los 14 años." Sin embargo, la situación que vive un niño ante la muerte de un familiar cercano requiere una atención especial y una explicación. "Cuando la muerte está asociada a un ser querido muy potente siempre hay que dejarles claro que no van a ser soltados de la mano y siempre van a ser cuidados." Ahí pueden ayudar esas películas o un cuento infantil y "luego comentarlo con el niño que le ha parecido e ir completando información o validando la que él tiene. "