40 años de España en la OTAN: del 'OTAN no, bases fuera' al envío de armas a Ucrania
El rey preside un acto conmemorativo este lunes con embajadores de la OTAN, un prólogo de la cumbre de junio
En 1982 solo el 18% de los españoles estaba a favor de entrar en la OTAN, ahora un 70% defiende su papel en Ucrania
¿Se han cumplido los tres requisitos del referéndum sobre la OTAN realizado en 1986?
Mayo de 1982, la canción “Bienvenidos” de Miguel Ríos sonaba en los transistores de toda España. Solo el 18% de los españoles estaba de acuerdo con la entrada del país en la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). 40 años después, el “SloMo” de la eurovisiva Chanel arrasa en Spotify y el 60% del país, según el CIS, aplaude el papel de la Alianza en Ucrania. ¿Cómo se ha recorrido ese camino?
La España del 82 se sacudía las telarañas de cuarenta años de franquismo y todavía tenía el susto del Golpe del 23-F en el cuerpo. Lo militar provocaba recelo y un PSOE en estratosférico ascenso capitalizaba el "OTAN no, bases fuera" como ariete contra el último Gobierno de UCD. Recién salidos del golpe, el débil Ejecutivo de Leopoldo Calvo Sotelo firmó el acta de adhesión de España a la OTAN sin consulta pública y con el rechazo de buena parte de la opinión pública.
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A lo largo de estos 40 años España ha normalizado su pertenencia a Alianza Atlántica. Es uno de los países que más contribuye a sus misiones; tuvo a un dirigente socialista, Javier Solana, como secretario general de la OTAN y las Fuerzas Armadas españolas se han homologado definitivamente con las de las democracias europeas. Lejos queda ya la tradición golpista que arrastraban desde el siglo XIX. Otras cosas vuelven. Hace décadas que terminó la Guerra Fría, pero ahora otro conflicto en suelo europeo, la invasión de Ucrania, enfrenta a Occidente con Rusia. La guerra -en contra de lo que esperaba Vladimir Putin- ha reactivado una alianza militar que hace no tanto parecía condenada a la irrelevancia.
Giro de opinión sobre la OTAN
En este contexto, el giro de la opinión pública española ha sido radical: un 70% está muy o bastante de acuerdo con que la OTAN envíe armas a Ucrania, según el CIS de marzo; un 52% estaría de acuerdo con una intervención de la Alianza Atlántica si Rusia no se retira de Ucrania. El Gobierno de Sánchez, que acaban de anunciar el envío de 100 militares más a Letonia, se ha comprometido a elevar la contribución española a la OTAN hasta el 2% del PIB. Los tiempos han cambiado y mucho.
La foto aquel 30 de mayo de 1982 pasó inadvertida. Ni grandes actos, ni primeros espadas. En Washington, Alonso Álvarez de Toledo, encargado de Negocios de la Embajada de España en Estados Unidos, entregó el documento firmado a Walter Stoessel, "número dos" del entonces secretario de Estado de Ronald Reagan, Alexander Haig. Un acto discreto que contrasta, 40 años después, con el encuentro que Pedro Sánchez y el presidente de EE.UU., Joe Biden, mantendrán en Madrid con motivo de la cumbre de la OTAN en junio. Según fuentes diplomáticas, se trabajó para que antes hubiera un encuentro en la Casa Blanca, que no ha podido ser.
De la 'guerra fría' a los centímetros de alfombra 'antiescuchas' en la cumbre de Madrid
El perfil bajo de principio de los 80 nada tiene que ver con los 37 millones de euros que costará la cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid el 28-29 y 30 de junio. Casi la mitad del presupuesto se va en el alquiler y acondicionamiento del recinto de IFEMA, lugar donde se va a celebrar. Desde el grosor exacto de las alfombras -por eso de las escuchas- que pisarán los líderes de los 30 países de la Alianza, hasta la temperatura de las salas donde se reunirán, están tasadas por la OTAN.
Joe Biden y Pedro Sánchez se verán en Madrid durante la cumbre de la OTAN
La cita de junio convoca a mandatarios de 40 países. Además de los 30 presidentes y Jefes de Estado de la OTAN, Suecia y Finlandia- que han pedido su ingreso en la OTAN- acuden invitadas. También Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur y Australia. Su presencia deja clara la importancia de la cuestión China para la Alianza. Con una OTAN mirando al Este por la guerra de Ucrania, para España sería un logro que el documento final mencionara al "flanco sur", al llamado Sahel.
La OTAN ordena desde el grosor de las alfombras hasta la temperatura de las salas donde se reúnen los líderes
Joe Biden estará en Madrid en junio, pero en los años 60, 70 y 80 del siglo XX, las visitas de Estado de los presidentes estadounidenses eran habituales. Eisenhower, Nixon, Ford, Reagan o Carter se pasearon oficialmente por nuestras calles. En Washington preocupaba el sur de Europa en plena Guerra Fría. La revolución de los claveles en Portugal, el fin de la dictadura de los coroneles en Grecia, el resultado sin precedentes del Partido Comunista de Italia y el futuro de España sin Franco inquietaban a los americanos.
'Yankee go home'
Portugal, Italia y Grecia eran miembros de la OTAN casi desde el inicio. Pero España no. El sentimiento antiamericano venía de antiguo. Lo compartían el falangismo y la izquierda antifranquista. La derecha -antaño simpatizantes de los países del Eje- recordaba hasta la pérdida de Cuba y Filipinas a manos del 'imperialismo yankee'. La izquierda responsabilizaba a Estados Unidos de mantener la dictadura de Franco durante 40 años.
Incluso el Gobierno de Adolfo Suárez coquetea con el movimiento de los no alineados -formado en su mayor parte por excolonias que rechazaban el 'imperialismo americano'. La arrolladora victoria del PSOE en octubre de 1982 enciende aún más las alarmas en Washington. Felipe González había hecho una fuerte campaña contra la entrada en la OTAN y prometido un referéndum sobre la permanencia en la Alianza. ¿Dónde iba a situarse la democracia naciente en España, el segundo país más extenso de Europa occidental?
Un referéndum agónico
La consulta se celebró finalmente en 1986, cuando a la primera legislatura socialista le quedan meses. Un año antes, en 1985, España había culminado su largo y tortuoso proceso de adhesión a la entonces Comunidad Económica Europea. Desde 1983, Felipe González ya sabe dónde tiene que estar el país que preside: "España es un país europeo occidental, nada más lógico que aspire a compartir el destino común en todos los terrenos del mundo occidental al que pertenece", había dicho a las puertas de la Casa Blanca de Ronald Reagan. El lema socialista, 'OTAN, de entrada no', se ha olvidado en cuestión de meses, pero el referéndum tardará aún tres años en llegar.
Las urnas se colocan el 12 de marzo de 1986 y salvan por la mínima el giro proatlantista del socialista Felipe González. La derecha de Fraga propugna la abstención. El Partido Comunista de España consigue una gran movilización que trasciende al partido y de la que nacerá Izquierda Unida. La campaña es agónica. En una entrevista en vísperas del referéndum en Televisión Española -la única de la época- González amaga con dimitir si sale el 'no'. Pero salva el órdago. El 'sí' a quedarse en la OTAN gana con el 56,85% de votos con una participación del 59,4%. El propio González reconoció años después que aquella consulta fue un error.
Los tres requisitos del referéndum que nunca se cumplieron
La pregunta de la papeleta era compleja y tenía tres condiciones para la permanencia en la OTAN:
1. La participación de España en la Alianza Atlántica no incluirá su incorporación a la estructura militar integrada.
2. Se mantendrá la prohibición de instalar, almacenar o introducir armas nucleares en territorio español.
3. Se procederá a la reducción progresiva de la presencia militar de los Estados Unidos en España.
A día de hoy las tres se han incumplido. En el año 1997 José María Aznar firma la integración de nuestro Ejército a la estructura militar de la OTAN, en el año 1992 España ya había participado bajo la bandera de la Alianza en el control del Mediterráneo durante la guerra de Bosnia.
España no tiene armas nucleares, pero tampoco pregunta si los buques estadounidenses, que atracan en nuestras aguas, las llevan. La tercera condición, la de reducir la presencia de efectivos estadounidenses en nuestro país se ha realizado a medias. En el año 1992 EE.UU. se retiró de las bases de Torrejón de Ardoz (Madrid) y Zaragoza, pero sus efectivos se mantienen en Rota (Cádiz) y Morón (Sevilla).