Ya hablábamos de El Niño en el verano de 2015 cuando se fortalecía pero aún no había alcanzado su máximo. Este fenómeno natural, que ocurre en las costas orientales del Pacífico incrementando la temperatura de la superficie marina, ha dejado sentir sus efectos en amplias zonas del planeta.
Al acumularse el agua cálida frente a las costas peruanas, los patrones de temperatura y de precipitación se han visto alterados en diferentes regiones. Si bien, por ejemplo, en Europa no están claras las consecuencias que este fenómeno climático tiene, en otras partes del planeta sí que se han visto seriamente golpeados.
Los efectos de ‘El Niño’
Las zonas más afectadas corresponden al sudeste asiático, como Indonesia, donde se han reducido significativamente las lluvias en los últimos meses contribuyendo a la proliferación de incendios.
Ahora bien, la sequía también ha golpeado a otros continentes como consecuencia directa de este Niño. Sudáfrica padece aún los estragos de un largo periodo sin precipitaciones, el más pronunciado desde 1904. Esta misma situación se ha repetido en Centroamérica, mientras que en América del Sur, países como Ecuador o Perú han multiplicado por diez el índice de precipitación de estos últimos meses.
Quizás uno de los efectos más mediáticos haya sido la extraña temporada de huracanes de 2015. Apenas se registraron en el Océano Atlántico. Sin embargo, en el Pacífico se multiplicaron y algunos sorprendieron por la rapidez con la que pasaron de ser una tormenta tropical a convertirse en potentes huracanes. Este fue el caso de Patricia, en México. Gracias a la orografía de la Sierra Madre, perdió casi toda su fuerza al tocar tierra como huracán de máxima categoría.
En pleno invierno nos sorprendió también la formación de un huracán en latitudes nada habituales, como son las Islas Azores. Unos cuantos kilómetros más al este, en Europa, tuvimos un invierno tardío y cálido con un registro de precipitaciones superior en Reino Unido o Alemania y con ambiente más seco en el Mediterráneo, especialmente, el oriental. Aún así, en Europa nos queda mucho ‘Niño’ por estudiar para determinar en qué medida este fenómeno climático afecta a los patrones meteorológicos del día a día.
De cara al inicio del verano en el hemisferio norte, El Niño ya estará muy debilitado, puesto que a estas alturas se aprecian claro síntomas de agotamiento. Sin embargo, con esta larga lista de evidencias podemos decir que el fenómeno actual 2015-2016 es tan intenso o más que el de 1997-1998 o el de 1982-1983. Y es que no es para menos, porque la NOAA ha llegado a medir durante estas anomalías positivas que indicaban una desviación notable. La mancha cálida que se adentraba en el Pacífico desde las costas de Perú alcanzaba oscilaciones positivas de hasta 6ºC en su núcleo central y de 3,5ºC en el flanco exterior.
Estas condiciones han marcado las pautas del clima mundial durante los últimos meses pero, en ningún caso podemos afirmar que exista una relación directa con el fenómeno del cambio climático. Aún queda mucho por estudiar, aunque hay científicos que sí ven claras evidencias de que hay una correlación.
Lo que está claro es que en aquellos lugares donde El Niño afecta con una situación meteorológica más seca y estable se agudiza por el efecto invernadero y la contaminación global.
La Niña, en el segundo semestre de 2016
Lo mismo sucederá con La Niña, que tomará el relevo a El Niño y cuyos efectos son inversos a los de este. En estas circunstancias las aguas del océano Pacífico, que ahora se encuentran tan cálidas, se enfrían. Según la NOAA, la transición de uno a otro tendrá lugar con mayor probabilidad de cara al otoño en el hemisferio norte, mientras El Niño termina de debilitarse.
De La Niña cabe esperar que también dé la misma guerra que El Niño aunque, en este caso, hablaríamos de un enfriamiento que termina afectando a los patrones del clima global.
Suele repetirse siguiendo patrones de dos a siete años y, en general, sus efectos son menos dañinos que los de El Niño. Con casi toda probabilidad la NOAA está en lo cierto, ya que siete de los ocho modelos de predicción han avalado en los últimos meses este avance.
Donde primero van a notar los efectos de La Niña será en Perú y Ecuador con un descenso notable del régimen de precipitaciones. Las lluvias se desplazarán a esas zonas del sudeste asiático que han sido castigadas sin apenas precipitaciones en estos últimos meses, al igual que otros puntos de América del Sur, como Venezuela o Colombia.
A pesar de que la NOAA no reconoce un patrón muy claro o un efecto directo en Europa, sí lo hace para estas regiones del mundo donde lo más destacado quizá sea la probabilidad de sequías devastadoras. Hablamos del sur de Estados Unidos, México o sudeste de China.
Fenómenos climáticos como El Niño o La Niña están bajo estudio de forma constante y la naturaleza, a menudo, nos sorprende por impredecible para deshacer el camino andado hasta la fecha. Por eso, nunca se puede descartar el efecto que pueda desencadenar la Niña a partir de los próximos meses en regiones del mundo donde aún no están del todo claro sus consecuencias, como Europa y, especialmente, España y la cuenca mediterránea.
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*Marcos Fernández (@marcosfdezfdez) es periodista especializado en Meteorología.