La Pantanada de Tous, uno de los episodios meteorológicos más traumáticos de la historia reciente en España, fue también el inicio de uno de los debates más longevos dentro del gremio de los 'hombres y mujeres del tiempo' y que, a día de hoy, no termina de resolverse. Aquella gota fría, que descargó más de 1000 litros por metro cuadrado y se llevó la vida de 8 personas, marcó el principio del uso indiscriminado del término como sinónimo de lluvias torrenciales, hasta tal punto que a cualquier cosa que tuviera que ver con riadas e inundaciones era fruto de una gota fría (spoiler: no siempre es así).
Un importante sector dentro de la meteorología (entre ellos la Agencia Estatal de Meteorología) propuso entonces, hará ya más de 35 años, utilizar DANA como sinónimo. El problema es que a día de hoy la gente sigue sin saber qué significa este nuevo concepto. ¿Qué hacer entonces?
El término es en realidad un acrónimo lexicalizado de 'depresión aislada en niveles altos', y es muy típico de las estaciones de otoño y primavera, aunque también lo podemos ver el resto del año.
Una DANA es el resultado de un curioso proceso que se da en capas altas de la atmósfera. Para entender cómo se forma, vamos a imaginarnos un banco de peces que van juntos y pegaditos por una corriente oceánica, y uno decide deliberadamente salirse de la vía para ir por su cuenta. Una DANA sería ese pez, que decide 'desgajarse' de la corriente de chorro que navega por el planeta.
Al salirse, se forma una bolsa de aire frío que, como el pez, toma una trayectoria azarosa y errática. Por eso las DANAs son muy difíciles de predecir: podemos prever hacia dónde van todos esos peces a través de la corriente, pero anticipar hacia dónde se va uno por su cuenta es casi imposible.
Prácticamente en nada. De hecho, muchos meteorólogos los consideran términos análogos. La distinción, según el meteorólogo Samuel Biener, está en que una gota fría es aquella "depresión en altura que no está totalmente aislada del chorro", mientras que las DANAs "sí lo están". Es una particularidad que a ojos de los meteorólogos puede tener mucha importancia a la hora de hacer predicciones, pero cuando se trata de comunicar es secundaria: son 'casi' lo mismo.
Pero no es por eso por los que unos defienden DANA, y otros gota fría. La razón que esgrime Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), es que "el término gota fría es algo confuso porque popularmente se usa para cualquier situación de lluvias abundantes, y hay que tener en cuenta que no todos los episodios de lluvias torrenciales son provocados por DANAs, y no siempre que hay una DANA en nuestro entorno se producen lluvias torrenciales. El término DANA es, en nuestra opinión, menos equívoco".
La meteoróloga Rosemary Alker, quien también prefiere emplear solo DANA, añade que también es "un homenaje al meteorólogo Francisco García Dana, que falleció en 1984".
Según explica Del Campo, el término "procede de la traducción literal del vocablo en alemán", y lleva usándose más de 100 años. Se puso muy de moda entre los años 60 y 80 "gracias a su utilización por los 'hombres del tiempo' de las radios y las televisiones españolas".
Tan de moda que su excesivo uso acabó por deformarlo.
*Imagen: Mariano Medina, primer hombre del tiempo en TVE / RTVE
Da igual, pero los meteorólogos deberían ponerse de acuerdo. Para evitar que vuelva a desvirtuarse el término, los meteorólogos optan por DANA, pero aún hay muchos otros que insisten en emplear bien 'gota fría': "La palabra DANA no ha calado entre la población, mucha gente no sabe qué es eso”, sostiene Biener. "Es más fácil explicar a alguien que no tiene ni idea que las lluvias de las próximas horas se deben a una gota fría que a una DANA".
El meteorólogo insiste en que además es un término "más que centenario” y "muy nuestro". Para él todas estas son razones de peso para seguir empleándolo. Un tercer argumento, quizá con fecha de caducidad, es que mientras gota fría si tiene una acepción en el diccionario, la DANA no cuenta "de momento" según la RAE, con una entrada.
Eso sí, "hay que insistir en que los divulgadores debemos aprender a usar de forma correcta el término".