La naturaleza es capaz de cosas extraordinarias. Si bien los rayos ya son de por sí algo espectacular porque demuestra la aptitud de la nuestra Tierra para generar descargas de electricidad estática, existe una modalidad todavía más llamativa: los ‘superbolts’. Son 1.000 veces más brillantes, y por algún motivo impactan con mucha más frecuencia sobre el océano que sobre la tierra.
Para determinar si están ante un rayo o un ‘superbolt’, que podríamos traducir como ‘súper rayo’, los investigadores comparan el tiempo que tardan las ondas de radio de un impacto en llegar a siete o más estaciones, explica una publicación de la revista ‘Science’. Esto les permite triangular la ubicación y el poder del rayo: “Una fuerza de descarga de más de 1 millón de julios dentro del estrecho ancho de banda que miden significa que están ante un ‘súper rayo’”.
Lo más curioso de estos rayos poderosos es que no se producen en los “puntos calientes de rayos”, explican los científicos, y tampoco ocurren en la temporada en la que en general se dan más descargas eléctricas, que es en verano. Por el contrario, los expertos han comprobado que se dan con más frecuencia entre noviembre y febrero.
Estos que vemos a continuación los captó el satélite GOES-16 en el territorio continental de Estados Unidos durante cuatro días en abril de 2018.
Se detectaron por primera vez en la década de 1970 y se han estudiado desde entonces. Se cree que los más potentes registrados se produjeron en 2018 y 2019. El primero, en Brasil, habría sido el más extendido, a lo largo de 700 kilómetros, y el segundo el más duradero, durante unos 16 segundos. A este último lo bautizaron hace poco "el rayo eterno", con la confirmación de la Organización Meteorológica Mundial de que se trataba del más largo del que se tiene constancia.
Aunque la mayor frecuencia, explica una investigación publicada el pasado noviembre, se registra en “tormentas oceánicas, especialmente alrededor de Japón”. Esto coincide con lo que encontró otro estudio del año pasado, aunque en su caso detectó más ‘superbolts’ en el Atlántico norte, no demasiado lejos de la costa oeste de Europa.
Uno de los instrumentos que están suponiendo un avance en la comprensión de este fenómeno natural es el mapeador de rayos geoestacionario de la NASA (GLM, por sus siglas en inglés). “Puede medir la actividad total de rayos (en la nube, de nube a nube y de nube a tierra) de forma continua en las Américas y las regiones oceánicas adyacentes con una resolución espacial casi uniforme de aproximadamente 10 km”, explica la agencia espacial. El objetivo, además de la propia investigación, es mejorar la seguridad pública.