La magia de su génesis
Los copos de nieve se componen de cientos de cristales de hielo. Estos cristales se forman a partir de una gota de agua que se congela alrededor de alguna partícula minúscula que está suspendida en la nube. “Cualquier cuerpo que veas de manera microscópica guarda una estructura periódica. Desde la sal, el azúcar, la arena, la cerámica… ¿Qué quiere decir estructura periódica? Que cada equis número de moléculas se repite un patrón. En el caso del agua, cuando los dos átomos de hidrógeno que tiene más el del oxígeno se congelan por debajo de 0 grados, adquieren esa forma hexagonal”, señala Daniel Sánchez, miembro del Colegio Oficial de Físicos.
Espectáculos meteorológicos únicos
Las condiciones ambientales son claves en la formación de esos perfiles hexagonales: la humedad del ambiente, la presión y la temperatura. Por eso, cada ligera variación de uno de estos factores delimita su forma, su tamaño, su espesor y su apariencia. En el año 1988, investigadores de Wisconsin aseguraron que era casi imposible que existieran dos copos de nieve totalmente iguales. “Sí que es verdad que se han encontrado algunos muy, muy parecidos, pero formándose a temperaturas y condiciones de presión completamente iguales, que no es lo habitual. No es el mismo copo de nieve el que se forma en la Tramontana a 1.400 metros, que el que encuentras 200 metros más allá, porque seguramente la temperatura y la presión serán distintas”, añade Sánchez.
Caprichosas formas, ¡incluso de estrella!
Se han llegado a ver estructuras asombrosas y curiosas, como estas imágenes de varios copos en forma de estrella literal. No hay que olvidar que en el trayecto que recorre el copo desde la nube hasta la Tierra son muchos los factores ambientales que transforman su figura inicial antes de posarse en el globo terrestre, por ese motivo el físico se muestra cauto. “No es de extrañar que los que aparecen en estas fotografías puedan ser copos de nieve sobre los que haya caído algo de agua y al congelarse hayan adquirido esa forma de estrella”, afirma.
No obstante, hay algunas variaciones registradas por la comunidad científica, como las dendritas estelares, las más reconocibles porque tiene seis ramas principales y varias secundarias; las columnas huecas, con zonas cónicas en los extremos y cuyo tamaño tan pequeño las hace casi invisibles al ojo humano; agujas, unos finísimos filamentos de cristal que se suelen formar a menos cinco grados; prismas simples, la configuración más básica, con largos prismas hexagonales; roseta de balas, que contiene varios cristales que forman una especie de columna, y los triangulares, los más excepcionales, como nos corrobora Daniel. Estos últimos son cristales de hielo que se generan a -2 grados y cuya forma es triangular. En el estudio Efectos aerodinámicos en el crecimiento de los copos de nieve, realizado por K. G. Libbrecht, uno de los mayores expertos en la materia, se advierte que esta particularidad se debe a la difusión de las moléculas del aire y de la dinámica molecular de la superficie del copo.
A finales del pasado año, científicos suecos descubrieron un nuevo tipo de copo de nieve: alargados, huecos, con forma de estrella y con una especie de trompa. Para Johan Casselgren, uno de los responsables del informe de la Universidad de Lulea, esta formación no aparece en ninguna descripción de la literatura científica y es muy diferente a los copos habituales que hasta ahora se han analizado.
Nada que ver estos copos con los que forman los cañones de nieve artificial. “Son gotas de agua que se congelan justo en el momento preciso de su expulsión y carecen de formas geométricas ”, precisa Sánchez.
Prismas de hielo en suspensión
Conocemos de sobra lo que es una nevada y también hemos indagado en la cellisca, en la cencellada y en la cinarra, en las que entra en juego la nieve y el agua. Pero hay fenómenos menos conocidos, como los prismas de hielo, que consisten en una lluvia muy sutil de cristales de hielo en forma de aguja o de columnas, que parecen suspendidos en la atmósfera; o los perdigones de hielo, que se forman cuando el copo de la nube atraviesa una capa de aire fría muy cerca del suelo, su apariencia microscópica es más parecida a la del granizo.