Mientras cientos de miles de jóvenes de todo el mundo marchaban juntos pidiendo medidas contra el cambio climático, Ariel Ehlers, una estudiante de 12 años, organizaba su propia protesta y se convertía en la única manifestante de su ciudad natal, Chinchilla, en Western Downs (Australia).
La explicación a la soledad en su protesta es que Chinchilla, un pueblo cercano a Brisbane, basa su economía en la producción de gas de veta de carbón y en la central eléctrica de carbón local, por lo que los lugareños no son precisamente favorables a luchar contra el cambio climático. "Aquí todos aman el carbón y el gas, y la gente odia la idea de que tendrían que parar", asume la pequeña Ariel.
A pesar de la falta de apoyo de sus conciudadanos, Ariel se animó a hacer la protesta ella sola, y la imagen de ella sentada sola frente a la cámara del consejo municipal ha dado la vuelta al mundo. Su madre, Claudia Ehlers, ha subrayado que la reacción internacional ha demostrado la valentía de su acción. "Ha llegado a California, Canadá, Wisconsin, hay mucho apoyo", dijo Elhers.
La madre de Ehlers admite que la inacción nacional e internacional sobre el calentamiento global era un tema que solía evitar mencionar entre sus vecinos. "Me he sentido cautelosa al plantearlo", dice Ehlers, porque "nunca hubo tanta prosperidad en esta ciudad como cuando la minería estaba en pleno apogeo".
La pequeña asegura estar preocupada por el tipo de mundo en el que vivirá de adulta: "Decidí venir y unirme a la protesta a pesar de que soy de un pequeño pueblo. Sabía que aún podía hacer algo para defender mi posición por la acción climática; todos podemos hace una gran diferencia si optamos por unirnos".