Este verano podría ser el más abrasador que se ha vivido nunca en Rusia. Ya en junio las temperaturas rozaron los 35 grados en Moscú, y lo han seguido haciendo durante semanas en una ola de calor que parece no acabar.
Fuentes de agua refrescan las plazas más emblemáticas de la capital rusa, y los animales del zoo más famoso de la ciudad se dan chapuzones en piscinas con hielo para soportar el calor. No es normal que la temperatura supere los 30 ºC tantos días seguidos. Se trata de un valor que supera en 10 grados, algunos días en 15, el promedio habitual de estas fechas.
En la parte europea de Rusia se ha vivido el mes de junio más tórrido desde que empezaron los registros, hace 130 años. Lagos y ríos como el Moskva están plagados de familias que sobreviven como pueden al calor.
Esta ola de calor se compara con la de 2010, recordada por temperaturas extremas y una densa capa de humo que desembocó en sequía e incendios.
"Ya está claro que sucederán cada vez con más frecuencia y debemos prepararnos para ellos, no como eventos extremadamente raros como en el pasado, sino como fenómenos climáticos peligrosos que ocurren en partes pobladas de Rusia", dice en 'Reuters' Pavel Konstantinov, meteorólogo de la Universidad Estatal de Moscú.