Más de 4.000 personas han sido enviadas al hospital en Irak en los últimos días con problemas respiratorios. La octava tormenta de arena que azota el país desde abril ha teñido los cielos de ocre por los altísimos niveles de polvo, haciéndolo perjudicial para la salud y ensuciando todo a su paso.
Las intensas sequías y las escasas precipitaciones están teniendo graves consecuencias en Irak. La nube de polvo que vuelve a cubrir Bagdad y muchas otras ciudades como Nayaf, en el sur, y Sulaimaniyah, en la región autónoma kurda del norte, ha obligado a hospitalizar a miles de personas, y se ha tenido que lamentar una muerte a causa de la pésima calidad del aire.
Los techos de los edificios, los automóviles e incluso dentro de las casas todo cuanto se ve es el naranja de la arena. El Ministerio de Educación declaró este lunes día libre para las instituciones del gobierno local, con excepción de los servicios de salud, y el Aeropuerto Internacional de Bagdad ha cerrado su espacio aéreo y deteniendo todos los vuelos hasta nuevo aviso debido a la baja visibilidad, informa Al Jazeera. También los aeropuertos de Najaf y Sulaimaniyah han cerrado temporalmente.
Las cosas podrían empeorar para Irak en las próximas décadas. Los expertos achacan la frecuencia de las tormentas de polvo este año al cambio climático, dada la degradación del suelo por la sequía y el extremo calor. La cantidad de días con arena en el aire habría aumentado de 243 a 272 días por año durante las últimas dos décadas, con picos de niveles altísimos como los actuales.
Algunos expertos apuntan a una reducción llamativa del flujo de agua en el Tigris y el Éufrates como responsable parcial de estas tormentas de arena, dado que la tierra seca queda expuesta y es más susceptible a las tormentas de polvo.