La gran nevada por la borrasca Filomena se da por concluida, pero ahora toca lo complicado: retirar la nieve y el hielo. Se dice que estos días el manto blanco que cubre más de media España ayudará a mantener el frío en la superficie durante la ola polar que nos afecta estos días, pero cómo lo hace exactamente?
Las noches de invierno son largas. A estas alturas de enero, las horas de penumbra oscilan las 14-15 horas en la Península y las 13 horas y media en las islas Canarias. Con condiciones anticiclónicas –viento en calma y cielos despejados–, eso implica un enfriamiento del suelo acusado.
Si a este hecho le sumas las nevadas de los últimos días en España, ese enfriamiento se acentúa todavía más. “La nieve, de día, apenas absorbe el calor del sol, sino que refleja la mayor parte de la luz que recibe. Por eso, en cuanto se pone el sol, el enfriamiento de un suelo cubierto de nieve es muy rápido e intenso, y en zonas de valle o vaguadas del terreno, donde tiende a acumularse el aire frío, las temperaturas mínimas pueden ser extremadamente bajas”, explica Rubén del Campo, meteorólogo y portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Esto, a su vez, facilita la formación de heladas.
La nieve, por tanto, ha facilitado que el termómetro caiga drásticamente hasta los menos de -20ºC que se han registrado a primera hora del martes en el ‘triángulo del frío’. En varias localidades de Teruel y Guadalajara se habrían dado récords de temperatura mínima.
A la cabeza del ranking de temperaturas más bajas en zonas habitadas se encuentra Royuela, en Teruel, seguida de Bello y Molina de Aragón. En las tres localidades se han registrado menos de -25ºC, en la primera rozando los -30ºC.