Una masa de polvo sahariano más densa de lo habitual va a invadir las islas Canarias este fin de semana. Los vientos que soplan desde África enturbiarán los cielos con calima, que reducirá considerablemente la visibilidad y empeorará la calidad del aire, y podrán además cobrar mucha fuerza en puntos de Tenerife, Lanzarote y Fuerteventura.
El anticiclón anclado sobre las islas británicas hasta la Península Ibérica va a provocar un temporal de vientos del sureste en el archipiélago canario que llegará cargado de polvo del desierto hasta las islas.
En las vertientes orientadas al sur, la calima podrá ser más abundante este viernes, avisa la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que ha activado la alerta de nivel amarillo por una reducción de la visibilidad a menos de 3.000 metros. El sábado esta alerta se extenderá a todo el territorio canario.
Los modelos de predicción anticipan cantidades de polvo extraordinarias, con valores que superarán ampliamente el umbral de los 50 microgramos por metro cúbico (µg/m3) que establece la Organización Mundial de la Salud (OMS), excediendo incluso los 150 µg/m3, lo cual hará que la calidad del aire sea “extremadamente desfavorable” en muchas zonas.
El viento cobrará fuerza de manera puntual en las islas a lo largo del fin de semana, siendo más intenso en los extremos suroeste y noreste de las islas, con probables rachas muy fuertes en vertientes norte de Tenerife y El Hierro y noroeste de La Gomera, y sin descartarlas en La Graciosa, al oeste de Fuerteventura y Lanzarote y en las vertientes norte y oeste de Gran Canaria. El lunes 17 cobrarán especial intensidad en las islas occidentales.
Las tormentas de arena y polvo generalmente ocurren cuando los vientos fuertes levantan grandes cantidades de arena y polvo de los desiertos hacia la atmósfera.
Una vez liberadas de la superficie, las partículas de polvo se elevan a niveles más altos de la troposfera mediante mezcla turbulenta y corrientes ascendentes convectivas. Luego, pueden ser transportados por los vientos durante períodos de tiempo, según su tamaño y las condiciones meteorológicas, antes de ser arrastrados nuevamente a la superficie.
El polvo en suspensión presenta serios riesgos para la salud humana, informa la Organización Meteorológica Mundial (OMM). El tamaño de las partículas de polvo es un determinante clave del peligro potencial para la salud humana. Las partículas de más de 10 μm no son respirables, por lo que solo pueden dañar los órganos externos, lo que provoca principalmente irritaciones en la piel y los ojos, conjuntivitis y una mayor susceptibilidad a las infecciones oculares.
Las partículas inhalables, aquellas menores de 10 μm, a menudo quedan atrapadas en la nariz, la boca y el tracto respiratorio superior, por lo que pueden estar asociadas con trastornos respiratorios como asma, traqueítis, neumonía, rinitis alérgica y silicosis. Sin embargo, las partículas más finas pueden penetrar en el tracto respiratorio inferior e ingresar al torrente sanguíneo, donde pueden afectar todos los órganos internos y ser responsables de trastornos cardiovasculares.
La tos, estornudos o la dificultad para respirar con algunos de los síntomas más frecuentes de que el polvo ha entrado en nuestra garganta. También lo son los ojos llorosos o la irritación de la nariz.