No nos confiemos en los primeros días del verano. Estrenamos la estación con un ascenso térmico y con termómetros marcando valores por encima de los 35 grados, pero el inicio de julio podría marcar una vuelta a la situación que ha venido marcando la tónica de junio: periodos de temperaturas altas con inestabilidad y bajonazos térmicos.
Así se desprende, al menos, de la previsión para el mes de julio que estos últimos días ha hecho pública la NOAA, que también pronostica un verano, en general, en esta misma línea. En otras palabras, estaríamos a las puertas de un mes de julio atípico ya que los últimos años se ha caracterizado por las temperaturas extremas y el ambiente seco o muy seco, en general.
El siguiente mapa de previsión de la NOAA da muchas pistas de lo que podría depararnos el mes de julio, que arranca en apenas unos días. Según este organismo, seguiríamos con esa fase NAO (Oscilación del Atlántico Norte) negativa, lo que implicaría una circulación anormal para la época. Lo vemos muy claro en los tonos anaranjados y rojizos en latitudes muy altas, como Escandinavia o Rusia. Allí, acostumbrados a veranos más llevaderos estarían a las puertas de un julio con récords de calor por la presencia de potentes anticiclones y el ascenso de masas de aire cálido.
Justo lo contrario es lo que espera la NOAA en España y en el resto del Mediterráneo. Dominan los tonos azulados y, en general, el blanco. Es sinónimo de temperaturas normales o más frías para la época.
En nuestro caso, es llamativo que la mancha se extiende por casi todo el país, salvo el Cantábrico y el área de las costas mediterráneas. En el resto, esperamos que las temperaturas sean más bajas.
A la pregunta de si podrían visitarnos olas de calor, la respuesta es afirmativa, pero con matices. Son posibles estos episodios, pero con contrastes muy acusados. Es probable que pasemos de días con mucho calor a otros en los que no alcancemos máximas normales para la época del año.
Ya lo había anticipado AEMET en su previsión estacional y también la NOAA. Ahora, con más detalle, nos indica que esa NAO- afectará de lleno al estado de los cielos dando pie a un mes de julio donde las nubes seguirán siendo protagonistas, como ya ha sucedido en junio.
Buena parte del mes, si se cumple esta previsión, estaríamos hablando de la entrada de frentes asociados a borrascas, poco habituales para la época en nuestra latitud. Los tonos verdosos son los que nos indican esa humedad más alta de lo normal para la época de julio, entrando en plena canícula.
Si nos fijamos bien son las mismas áreas que durante las tres primeras semanas de junio han estado pasadas por agua, ya sea en forma de lluvias o de tormentas. De hecho, podríamos seguir batiendo récord de días tormentosos, como ha ocurrido, por ejemplo, en Pamplona durante la primavera.
De confirmarse este patrón, algunas regiones pasarían a tener un segundo verano consecutivo poco agraciado en cielos despejados. Como el año pasado, el Cantábrico o Galicia pasarían a tener más a mano el paraguas y el chubasquero que el bañador.
Asimismo, en el resto del país no se espera un tiempo más seco del habitual, rompiéndose también la tónica de los últimos años. En 2019, sin ir más lejos, la sequía meteorológica nos llevó a un octubre con embalses al 20% de su capacidad en algunas provincias de España y un terreno poco permeable para las Danas (depresión aislada en niveles altos), o 'gotas frías', que llegaron de manera puntual en julio, agosto y septiembre. Este año quizá no sean tan severas pero sí más constantes (cruzamos los dedos).
En resumen, julio podría venir dado por un vaivén de las lluvias poco favorable para los desplazamientos pos-Covid a la playa. Las lluvias, eso sí, resultarían beneficiosas tanto para nuestros pantanos como para nuestro campo, evitándose los superincendios incontrolables del año pasado.