El concepto de huella de carbono se ha vuelto clave en un contexto de preocupación creciente por el cambio climático y el calentamiento global. Se trata de un indicador ambiental que intenta reflejar "la totalidad de gases de efecto invernadero (GEI) emitidos por efecto directo o indirecto de un individuo, organización, evento o producto". Así, usando esta medida es posible establecer comparativas y contar con información objetiva sobre qué actividades provocan un mayor impacto medioambiental en este sentido. ¿Qué es la huella de carbono? ¿Cómo funciona una calculadora de carbono?
A nivel más técnico, la medición del impacto ambiental se lleva a cabo inventariando las emisiones de GEI relacionadas con un proceso concreto, o bien un análisis de ciclo de vida, según la tipología de huella. Existen normativas internacionales reconocidas (ISO 14064, ISO 14069, ISO 14067, PAS 2050 o GHG Protocol entre otras) que permiten que existan estándares estables. En general, la huella de carbono se mide en masa de CO2 equivalente y, una vez conocido el tamaño y la huella, es posible implementar una estrategia de reducción o compensación de emisiones, a través de diferentes programas, públicos o privados.
El objetivo, en última instancia, es luchar contra el cambio climático a través de la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero. Así, conociendo la huella de carbono es posible desechar actividades, productos... que impliquen grandes emisiones, o bien reestructurar los procesos que los envuelven. A nivel de consumo, los ciudadanos pueden elegir también qué bienes y servicios consumir teniendo en cuenta la huella de carbono. Por ejemplo, a nivel de alimentación, se sabe que alimentos como la ternera, los derivados lácteos o el arroz generan una huella de carbono superior a la de legumbres, huevos o vegetales.
Cabe recordar que entre los principales gases de efecto invernadero se encuentran el dióxido de carbono, el metano, el óxido de nitrógeno y el ozono, y que su concentración ha ido en aumento desde la Revolución Industrial, generando a largo plazo un incremento de la temperatura media de la Tierra. El más abundante, resultado de la quema de combustibles fósiles (petróleo, carbón, gas natural y gas licuado) y que representa aproximadamente dos tercios de todos los tipos de gases de efecto invernadero, es el dióxido de carbono (CO2).
Además, según datos de Naciones Unidas, desde 1990 las emisiones mundiales de dióxido de carbono han aumentado casi un 50 por ciento, según recuerda BBVA. Entre 2000 y el 2010 el incremento de las emisiones fue mayor que en las tres décadas anteriores. De ahí que uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecidos por la ONU sea la adopción de medidas urgentes contra el cambio climático por parte de los países en desarrollo para que avancen hacia una economía baja en carbono.
En cuanto a cómo funcionaría una calculadora de huella de carbono, lo cierto es que hay distintos modos de medirla y su cálculo resulta relativamente complejo. De todos modos, existen herramientas para facilitar el cálculo de la huella de carbono de una organización y la estimación de las absorciones de dióxido de carbono que genera un proyecto de absorción, como las que ofrece el Ministerio para la Transición Ecológica.