Hace alrededor de dos semanas un anticiclón se impuso en la Península para mantener alejada a la inestabilidad durante las fechas navideñas. Hemos experimentado buenos ratos de sol de forma generalizada, pero a primera hora de la mañana la niebla ha entorpecido la visibilidad en el interior peninsular. Podríamos decir que ha sido, de hecho, la principal protagonista en lo meteorológico de estas fechas. ¿Sabes cómo se forma y cómo se extiende?
Más de 12 provincias de la meseta norte estarán en riesgo por la niebla el martes y miércoles, lo que va a dificultar la conducción, por lo que no está de más tomar ciertas precauciones al volante para evitar sustos innecesarios. Castilla y León, junto con las depresiones de Huesca y Lérida, serán las regiones donde más bruma se genere. Tendremos que andarnos con cuidado porque en algunos casos no podremos ver más allá de 100 metros.
*Imagen: Aviso amarillo por niebla previsto para el miércoles 8 de enero de 2020 / Aemet
Para comprender cómo se forma, empecemos por comprender qué es este fenómeno. Se conoce técnicamente como 'estratos' y, en realidad, son nubes bajas, normalmente asociadas a una situación anticiclónica, -como la que llevamos viviendo varias semanas-. Con estabilidad en el ambiente, sin lluvias ni viento, la niebla es más probable.
La sensación de estar en medio de una nube no es por tanto desacertada. Cuando nos adentramos en zona con bruma, estamos realmente alrededor de diminutas gotas de agua suspendidas en el aire que se han condensado tras entrar en contacto con el suelo frío. Esto es lo que suele provocar cuando, en pleno invierno, un anticiclón llega al país para relajar el ambiente.
Al caer la noche y bajar las temperaturas, el suelo se enfría rápidamente. Aunque eso sí, la capa de aire justo encima de la superficie, que se encuentra más caliente, es la que se condensa y da lugar a las nubes bajas. En el momento en que sol aparece por la mañana por las altas presiones, las brumas empiezan a disiparse y a mitad del día ya casi han desaparecido por completo.
Aunque esta niebla se suele generar cuando reina el ambiente anticiclónico, hay otros tipos que se forman en otros lugares y momentos bajo otras condiciones. Las que estamos ya tan acostumbrados a ver son las típicas nieblas radiativas o de radicación, que se forman cuando predominan las altas presiones en la Península. Se suelen generar durante la noche y, como ya sabemos, se necesitan cielos despejados y vientos muy flojos.
Otra relativamente habitual es la de advección. Solemos verla en mayor medida en zonas costeras o marítimas, cuando las masas de aire caliente y cargadas de humedad pasan sobre la superficie gélido, lo que hace enfriar el aire, provocando su condensación y da lugar a las nubes bajas. A diferencia de las primeras, no son estáticas y se mueven.
La niebla típica de película que rodea los lagos también tiene una explicación científica. Lo que sucede en estos casos es que el agua se evapora y, al mezclarse con el aire frío de encima, se satura, formándose la condensación con apariencia de vapor. De ahí su nombre. Son habituales en la superficie de los lagos y ríos, en otoño o comienzos de invierno, cuando el agua está más caliente que el aire.
Muchas personas confunden la niebla con la neblina, pero son fenómenos que se diferencian entre sí principalmente por su densidad. Cuando vemos a menos de un kilómetro de distancia a través de la nube, estaremos hablando de niebla, mientras que si podemos apreciar la carretera más allá de los dos kilómetros, el fenómeno se entenderá como neblina.