El fuego que afecta a la isla de Tenerife desde el 15 de agosto ha calcinado ya 13.383 hectáreas. Unas mil personas han sido desalojadas y los Bomberos aún están pendientes de la zona de Izaña, en La Orotava, y de Malabrigo, en Güímar. Se trata de un incendio “de sexta generación”, cada vez más frecuentes en nuestro país, que causa incluso su meteorología propia. ¿Por qué este tipo de incendios son imparables?
No solo el fuego, también el humo está poniendo en peligro a la población de Tenerife estos días. Se ha solicitado incluso el uso de mascarillas FPP2, y la jefa de Protección Civil y Atención de Emergencias del Gobierno de Canarias, Montserrat Román, ha pedido "mucha precaución" porque las partículas que se encuentran en el aire "son muy finas", y pueden causar problemas de salud al ser respiradas.
El incendio de Tenerife es el peor que se ha visto en todas las islas Canarias en los últimos 40 años, según las autoridades locales.
Es lo que se conoce como un incendio “de sexta generación”, el más extremo y que se está volviendo cada vez más frecuente por el cambio climático. Son fuegos destructivos, que avanzan a una enorme velocidad (las llamas pueden extenderse más de 6 km por hora, lo que supone entre seis y doce veces el ritmo de expansión de un incendio normal.
Además son tan voraces que generan su propia meteorología, es decir, pueden modificar las condiciones meteorológicas de la zona afectada por el fuego.
Las altas temperaturas, la baja humedad relativa, la sequía prolongada y el intenso viento ayudan a extender las llamas y darles cada vez más “alimento”. Liberan energía, y se alimentan de esa energía.
Así, se forma lo que se conocen como “pirocúmulos”.
El aire caliente que sale del fuego puede llevar vapor de agua a la atmósfera y generar nubes. De esta manera se crea nube convectiva, que puede dar lugar a fuerte viento y rayos.
Estas tormentas generadas por los propios incendios se llaman “de fuego” o ígneas, con vientos giratorios o desorganizados que pueden ser huracanados, atrayendo el aire circundante y creando una corriente ascendente que llega a la atmósfera y da lugar a “pirocumulonimbos” o nubes Pyro. La chimenea de humo y viento fuerte y caliente aviva más las llamas y complica su extinción.