Europa ha vivido uno de los inviernos más secos y cálidos de las últimas décadas, después de que en 2022 ya se batieran récords de falta de lluvias y exceso de calor, una combinación que pone en riesgo a medio continente, que agudiza una sequía que del campo podría extenderse al abastecimiento humano y que ha obligado a los gobiernos a tomas medidas urgentes.
Según el informe anual del Servicio de Cambio Climático de Copernicus, las temperaturas en Europa han aumentado el doble de la media mundial y más rápido que en cualquier otro continente, y también llueve menos, sobre todo en el sur del Viejo Continente, lo que produce anomalías sustanciales en la humedad del suelo, y eso afecta especialmente a la agricultura y a la ganadería.
Uno de los países más afectados es España, donde este jueves se celebraba una reunión extraordinaria del Consejo de Ministros para aprobar un paquete de medidas por valor de 2.190 millones de euros para paliar los efectos de la sequía en materia agraria y de aguas.
El impacto económico de las diez medidas adoptadas para el ámbito agrario suma 784 millones de euros en un escenario en el que la falta prolongada de lluvias ha provocado que los embalses están al 48,9 %, después de cinco semanas consecutivas en las que ha bajado la reserva hídrica.
Francia también es uno de los países más afectados por la sequía, especialmente en el sur y el este, que se suma a la que ya hubo el año pasado, con una falta generalizada de precipitaciones en el país. Las lluvias que han llegado a parte de Francia en los primeros días mayo no son por ahora suficientes, ya que el 75 % de las capas freáticas del país está por debajo de su nivel normal. La agricultura y la ganadería han avisado de que 2023 será un "año negro" para la producción de alimentos.
Ante ese panorama, el departamento de Pirineos Orientales ha anunciado importantes restricciones para el uso doméstico, industrial y agrícola del agua, con sanciones para los infractores, que pueden ir hasta los 1.500 euros para los particulares y los 7.500 para las empresas. 20 de los 96 departamentos del territorio metropolitano tienen ya algún tipo de restricción, como el llenado de piscinas privadas, y otros 27 se encuentran en estado de vigilancia, por lo que se teme que las medidas se extiendan y se hagan más duras según se acerca el verano.
Los agricultores tendrán que reducir con carácter general el consumo de agua en un 50 %, aunque la reducción será del 25 % para algunos cultivos particularmente sensibles o para los que utilicen sistemas de riego que ahorran recursos, como el que funciona por goteo.
Italia vive también una preocupante sequía que afecta especialmente al valle de su principal río, el Po, que atraviesa todo el norte del país desde los Alpes hasta desembocar en el mar Adriático. El pasado verano sufrió una falta de agua sin precedentes en 70 años.
En lo que va de año un 6,3 % del territorio nacional está azotada por una sequía calificada de "severa-extrema", según el Centro Nacional para las Investigaciones (CNR), aunque las precipitaciones de finales de abril y principios de mayo han aliviado la situación.
El Observatorio de la Sequía del CNR explica en su último boletín que el nivel en los grandes lagos del norte, Como, Iseo y Maggiore, era "preocupante" hasta el 20 de abril, pero han registrado "un lento aumento" que los ha dejado por encima de la media para la temporada. Más preocupa el lago de Garda, en un 48,6 % de su capacidad.
Con este panorama, el Gobierno de Italia, de Giorgia Meloni, entre otras acciones, ha constituido un ente para seguir la crisis hidrológica y en su primera reunión el pasado viernes se aprobó el desembolso de 102 millones de euros para tomar medidas "urgentes" en las regiones de Lombardía, Piamonte, Véneto, Emilia Romagna (norte) y Lazio (centro).
No están mejor en Portugal, donde la sequía ya afecta al 89 % de su territorio, sobre todo a la región sur y la moderada al noreste del país, después de que la situación se agravase durante el mes de abril por las bajas precipitaciones y las altas temperaturas, según un informe divulgado esta semana por el Instituto Portugués del Mar y la Atmósfera luso.
También en Turquía este invierno ha sido de escasas precipitaciones. Los embalses de Estambul marcan a fecha de hoy un nivel del 50 % de su capacidad, la cota más baja para estas fechas desde 2014, ya que normalmente en este mes suele oscilar entre el 70 y el 90 %