Los datos preliminares de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) muestran que la temperatura de la superficie del océano mundial ha sido de 21,1 °C desde principios de abril, superando el récord anterior de 21 °C establecido en 2016. Por tanto se trata de un máximo histórico desde que comenzaron los registros satelitales, y una preocupación de cara al presente y el futuro, ya que el calor oceánico conducirá a un clima más extremo y tormentas marinas más violentas.
El mar se está calentando debido al calentamiento global, causado por una mayor cantidad de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Cuando quemamos carbón, petróleo y gas, se liberan dióxido de carbono o metano, que atrapan el calor en altura, y hace que se calienten la tierra y los océanos. Este calor hace que los polos se derritan más rápidamente, lo cual afecta al nivel del mar y al ciclo del agua, ya que se produce más evaporación y esto deriva en un mayor aporte de humedad a la atmósfera.
Tras tres años con condiciones de La Niña, es decir, con temperaturas más altas que el promedio en la superficie del Pacífico oriental, las previsiones apuntan ahora a un posible patrón de El Niño en el Pacífico tropical a finales de este año. Esto aumentaría el riesgo de condiciones meteorológicas extremas y podrá hacer que la temperatura global sea más elevada.
Según los datos de NOAA, las segundas temperaturas oceánicas, promediadas a nivel global, más altas coincidieron con El Niño que se desarrolló entre 2014 y 2016, recuerda un artículo de The Guardian.
Un estudio del pasado año pasado afirmaba que la cantidad de calor que se acumulaba en el océano se estaba acelerando y penetrando más profundamente, proporcionando combustible para condiciones meteorológicas extremas.
El profesor Matthew England, científico climático en la Universidad de Nueva Gales del Sur y coautor de ese estudio, dijo: “Lo que estamos viendo ahora es la aparición de una señal de calentamiento que revela más claramente la huella de nuestra mayor interferencia con el sistema climático”.
El calor tendrá efectos colaterales en la atmósfera superior, creando más calor, añadiendo energía a los sistemas meteorológicos y provocando olas de calor marinas. “Lo que ha sido sorprendente es que los últimos tres años también han sido muy cálidos, a pesar de que hemos tenido condiciones de La Niña”, señala Alex Sen Gupta, profesor asociado del Centro de Investigación del Cambio Climático de la UNSW de Sydney.
Las observaciones actuales muestran olas de calor marinas de moderadas a fuertes en varias regiones, incluido el sur del Océano Índico, el sur del Atlántico, el noroeste de África, alrededor de Nueva Zelanda, el noreste de Australia y el oeste de América Central. Es inusual ver tantas olas de calor marinas extremas al mismo tiempo.
Los océanos más calientes proporcionan más energía para las tormentas, además de poner en riesgo las capas de hielo y elevar los niveles globales del mar, causados por la expansión del agua salada a medida que se calienta.
Las olas de calor marinas también pueden tener efectos devastadores en la vida silvestre marina y provocar la decoloración de los corales en los arrecifes tropicales. Los experimentos también han sugerido que el calentamiento de los océanos podría alterar radicalmente la red alimentaria, promoviendo el crecimiento de algas y reduciendo los tipos de especies que comen los humanos.