Llegan días de mucho calor, en pleno marzo, algo anómalo para esta época del año. En el este y el sur, este fin de semana, se rozarán los 30 grados. Una especie de “verano” adelantado a comienzos de marzo, que puede adelantar también la polinización de plantas típicas de la primavera, y con ello, la temporada de alergias. Y que coincide, además, con una segunda ola de gripe. Esta combinación de factores puede ser explosiva.
“Si una persona tiene afectadas las mucosas por una infección viral, esa mucosa está alterada. Si hay un pico de alergia, le afectará mucho más”, explica el alergólogo Juan José Zapata, presidente del Comité de Aerobiología Clínica de la Sociedad Española de Alergología (SEAIC). Porque cuando hablamos de gripe hablamos un virus respiratorio, que “produce irritación de las mucosas”, igual que la alergia.
“Si la gripe se alarga y coincide con la entrada de la primavera, puede hacer que, al tener unas mucosas todavía inflamadas por procesos respiratorios, la alergia pueda ser mucho más intensa. Puede producir síntomas mucho más severos”, advierte Zapata. Y no es el único. Coincide con él Lorenzo Armenteros, médico de atención primaria y portavoz de la SEMG (Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia). “Se pueden dar cuadros más complicados, por la afectación de la gripe sobre nuestras vías respiratorias, que las deja más indefensas y más frágiles. Estarán más expuestas, y en caso de alergia, será más sintomática”.
“Normalmente, cuando llega la polinización, el paciente suele tener ya menos procesos catarrales (o gripales). Si las dos cosas coinciden, es peor”, reconoce Zapata. Y es lo que va a ocurrir esta semana y las siguientes.
“La tasa de gripe en Atención Primaria describe una segunda onda estacional de gripe asociada a la circulación de virus de la gripe B. Las mayores tasas de gripe se observan en los menores de 15 años”. Es lo que dice el último informe de vigilancia de infecciones respiratorias del ISCIII, publicado hace unos días. Y los datos de Sanidad confirman lo que están viendo los médicos en los centros de salud.
Una nueva ola de gripe (en este caso la B, la estacional), que “está afectando a todas las edades”, aunque tenga una incidencia mayor en los niños. “Hay un incremento de casos, pero no saturación”, explica Armenteros. Aunque los pediatras, dice, “sí están rozando la saturación”.
Que haya un segundo repunte de casos de gripe no es raro. Ver una ola tan tardía lo es algo más, aunque no es la primera vez que ocurre. “No es algo frecuente, pero no es descartable. Este ciclo epidemiológico ya ocurrió el año pasado”, recuerda Armenteros. Y explica los factores que pueden estar detrás.
Uno de ellos serían las vacunas de la gripe que se están poniendo. “A los tres meses, algunas de las vacunas ya dejan de ser efectivas”, advierte Armenteros. Y este año, estamos hablando de gripe cuando han pasado ya casi cuatro meses desde la vacunación, en muchos casos. En cuanto a la mayor incidencia en niños, recuerda el médico que “los menores de 15 años solo se han vacunado en Galicia, en el resto de España no, así que es una población susceptible”.
“El virus sigue estando en el ambiente, y al reducirse el efecto de las vacunas, muchas personas se pueden infectar”, advierte Armenteros. Pero ¿por qué sigue estando el virus en el ambiente? La respuesta tiene mucho que ver con la meteorología, que sería otro de los factores.
“La gripe es un claro ejemplo de virus estacional, que tiene relación directa con el frío intenso, con los meses de más frío: desde mediados de diciembre hasta finales de febrero”. Pero si esto varía, como ha ocurrido este año, las olas de gripe también pueden hacerlo.
Este año, tanto el otoño como el comienzo del invierno fueron más cálidos de lo normal. El frío llegó muy tarde y ha durado más, hasta hace sólo unos días. “Ver repuntes de gripe en estas fechas era normal. Solemos ver un repunte de casos, más que una ola, picos pequeños. Pero ahora puede haber incrementos mayores. Si se alarga una temporada de frío, es lógico que este pico se convierta en una ola mayor”. Y eso es lo que ha pasado este año. La gripe se está alargando más que otros años, como consecuencia de ese frío tardío.
Pero el frío se acaba. Este episodio cálido que llega mañana supondrá el fin del invierno, según los meteorólogos. Y eso favorecerá que baje la incidencia de gripe, pero aumentará las alergias. Que confluyan durante un tiempo es lo que nos puede provocar problemas.
“Se van a juntar ambas cosas, y de forma complicada. Temperaturas tan altas en un corto periodo de tiempo favorecen la floración. Este año puede haber una ola gripal y un incremento importante de alergias a la vez”, advierte Armenteros. Y Zapata explica qué pólenes son los que pueden confluir con el virus de la gripe.
“En marzo tenemos las cupresáceas y el plátano de sombra, pero puede adelantarse también un poco la polinización de las gramíneas, aunque no sea un polen de marzo, sino de abril. Ya estamos empezando a verlas”. Y el alergólogo advierte: “Infecciones respiratorias y alergias no se llevan bien, porque son los mismos órganos diana los que están recibiendo el impacto: nariz, bronquios, faringe…”.
“Cuando llega el polen, entra con mucha más facilidad a las mucosas. Puede adelantarte la patología o hacer que sea más severa, puedes tener alergia con niveles de polen que de otra forma no te darían síntomas. O puede aumentar la agresividad de los síntomas, porque el polen llega mejor a las mucosas y puede producir mucha más inflamación”.
Pero no sólo eso. “Hay un factor sumatorio de agravamiento, y también de confusión, porque puede que el paciente no sepa muy bien lo que le pasa, lo que puede inducir a error diagnóstico”. Armenteros lo corrobora. En las consultas de atención primaria, “cada año vemos más alergias de inicio”, explica. Porque muchas veces, “se confunden los síntomas”.
Cuando una persona tiene estornudos, rinitis, tos, o procesos alérgicos asmáticos, el paciente no tiene clara la causa, así que va al médico. Y los médicos, cada año, se encuentran con “más debuts de pacientes alérgicos en personas sin antecedentes”. Es decir, los médicos de atención primaria se ven diagnosticando alergia “a pacientes que no sabían que lo eran”. Zapata ayuda a aclarar las cosas. “Ambas pueden dar síntomas muy parecidos, pero hay una cosa clara: en la alergia, nunca hay fiebre, ni dolor de cuerpo, ni sensación de estar enfermo”.
El alergólogo explica que ellos también se están encontrando con muchos casos confusos. “Muchas personas que te dicen: doctor, este año estoy peor de la alergia. Y cuando les miras, ves que es un proceso catarral”. Armenteros lo explica: “Este año, estamos viendo más duración de los procesos respiratorios, por la indefensión que hemos generado en los años de pandemia”.
El consejo de Zapata es claro: “que los pacientes que tengan alergia estén muy pendientes del aumento en los niveles de pólenes, que tengan su medicación a mano y puedan adelantarse a las circunstancias”. Recomienda, incluso, en algunos casos, “salir con mascarilla a la calle, y no ir a las zonas con más polinización”.