El invierno está siendo hasta ahora muy templado en España. Apenas hay nieve en las montañas, y tan solo hemos tenido temperaturas propias de la estación en las primeras semanas de diciembre. Aunque aún es pronto para confirmarlo, parece que esto podría cambiar entre finales de enero y comienzos de febrero, cuando llegaría el verdadero frío por la ruptura del vórtice polar, consecuencia de un calentamiento súbito estratosférico.
Los modelos de predicción apuntan ya a un cambio de tiempo la semana que viene, cuando la irrupción de una masa de aire frío y húmedo generará un episodio invernal en España, con nieve a tan solo 800 metros. Pero lejos de hablar de ola de frío, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) aclara que será una situación normal para estas fechas, y además durará muy poco, apenas tres días. El invierno de verdad llegará, si acaso, en febrero.
Empieza a haber evidencias de un calentamiento súbito estratosférico de cara a finales de enero. Esto significa que la temperatura en la estratosfera podrá aumentar mucho repentinamente, lo cual haría que se debilitara el vórtice polar, e incluso que se rompiera.
El vórtice polar estratosférico es una corriente de vientos muy intensa que circula en la estratosfera rodeando el Polo Norte durante el invierno, a unas altitudes de entre unos 15 y 35 kilómetros.
Cuando esta corriente es muy intensa, impide que el aire frío confinado en el Ártico descienda a latitudes más bajas. Pero, cuando se produce un calentamiento súbito estratosférico, esa circulación del vórtice polar se puede desplazar del polo o dividirse en dos.
Esto produce la elevación de las temperaturas cerca del polo en la estratosfera y deja escapar el frío ártico hacia latitudes más bajas, ya sea en Norteamérica, Europa o Asia. Esta es la gran incógnita.
No hay una respuesta por ahora. Incluso si se rompiera el vórtice polar estratosférico, esto no garantizaría una ola de frío y nevadas como las de Filomena en España, puesto que para que eso ocurra se tienen que encajar otras piezas en el puzle meteorológico.
Es difícil saber ahora mismo hacia dónde se liberaría el frío del Ártico. Pongamos que, como ocurrió en 2018, con el episodio de frío intenso que trajo nieve a muchas zonas de España en febrero de aquel año, el vórtice polar efectivamente se rompiera.
Aquel invierno, una sección del vórtice polar dividido se dirigió a Norteamérica y la otra a Europa. Lo que se bautizó como la ‘Bestia del Este’ causó olas de frío en todo el continente, y afectó a España a partir del día 21 de febrero, hasta final del mes.
Algo similar ocurrió el invierno de Filomena. Pero para que algo así se repitiera este año, no solo tendría que romperse el vórtice polar y liberarse el aire siberiano en nuestra dirección, sino que además el anticiclón y las borrascas tendrían que configurarse de manera que dirigieran bajas presiones y humedad hacia nuestro país, para que pudiéramos ver nevadas generosas. De lo contrario, hablaríamos de frío seco.
Por lo pronto, la semana que viene tendremos el primer episodio de frío invernal (“normal para esta época del año”, ha aclarado el portavoz de la Aemet, Rubén del Campo), con nieve a tan solo 800 metros en las montañas del norte peninsular.
“El domingo, las altas presiones se irán retirando de nuestro país hacia las Azores y desde esa posición, junto con una borrasca que se situará en el norte de Europa, generará un pasillo de vientos del noroeste (o ‘nortada’) que arrastrará una masa de aire muy húmedo y frío hasta España”, explica Del Campo.
“Como consecuencia, tendremos nieve en las montañas, donde la cota podrá bajar hasta unos 800 metros, y las temperaturas bajarán de forma generalizada”, detalla. Es sin duda una buena noticia después de que hayamos llegado prácticamente al ecuador del trimestre invernal con muy poca nieve acumulada en nuestras montañas.