El vórtice polar estratosférico que retiene el aire frio en el Ártico podría romperse este invierno. De ocurrir esto, ese aire frío escaparía a latitudes bajas, tan bajas como el sur de Europa, y causaría un episodio gélido con temperaturas extremadamente bajas que podría afectar a España. ¿Qué es y por qué podría traer una ola de frío?
“Se está escuchando que podría producirse en las próximas semanas una ruptura del vórtice polar estratosférico, con la consecuente salida de aire frío confinado en el Ártico hacia latitudes bajas”, comenta Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Empecemos por explicar qué es este “cinturón de vientos” que determina qué tiempo nos espera en invierno y los meses siguientes.
El vórtice polar ártico es una banda de fuertes vientos del oeste que se forma en la estratosfera entre unos 15 y 30 kilómetros por encima del Polo Norte cada invierno. Cuantos más fuertes son dichos vientos, más se aísla el frío y más frío se vuelve dicho aire.
Por el contrario, cuando el vórtice se debilita, se desplaza o se divide (se rompe), el aire cálido inunda el Ártico y el aire polar se hunde en las latitudes medias.
“Cabe señalar varias cosas”, señala Del Campo. “La primera: las piezas del puzle atmosférico efectivamente encajan con una posible ruptura del vórtice polar estratosférico, pero esto no es seguro que vaya a suceder”.
En caso de que suceda, dice, “todavía es imposible concretar si esa salida de aire frío de latitudes árticas daría lugar a un frio en España y Europa”. Todo dependería de hacia dónde se dirigiera la masa de aire polar.
“Sí que es verdad que el organismo Copernicus de la Comisión Europea considera que, aunque el invierno en su conjunto lo más probable es que sea más cálido de lo normal en Europa, la posibilidad de que alguna ola de frío se produzca en el continente en la primera parte del invierno es más alta de lo habitual”, continúa, por tanto no se descarta que España vea un episodio de frío ártico en los próximos meses, pero por ahora es imposible confirmarlo.
“Por otro lado, otra consecuencia que suele tener la ruptura del vórtice polar a más largo plazo, es que la circulación de borrascas se produce más cerca de nuestras latitudes”, dice. Esto causará una mayor frecuencia de lluvias y posiblemente de nevadas, como sucedió por ejemplo en la primavera de 2018.
“Esto no es algo que siempre ocurra y no podemos saber por supuesto si va a ocurrir en esta ocasión. Primero, como decimos, tendría que romperse el vórtice polar”, concluye.
El ejemplo más reciente lo encontramos en Estados Unidos. El año pasado, del 15 al 22 de febrero de 2021, la ruptura del vórtice polar hizo que la corriente en chorro polar se adentrara en el centro-sur del país causando un frío extremo en las llanuras del sur.
Esto hizo que se viviera una ola de frío en estados tan al sur como Texas, donde los generadores eléctricos se congelaron y casi tres millones de personas se quedaron sin electricidad, lo que hizo que se formasen estalactitas dentro de los edificios y dejó ciudades incomunicadas, causando la muerte de decenas de personas.
En Europa, también en el invierno de 2021, la ruptura del vórtice polar causó unas nevadas históricas en España y Grecia. Hablamos de Filomena, que dejó “la nevada del siglo” en Madrid y otras regiones del interior peninsular, con la posterior ola de frío que duró 8 días (fue la segunda más larga del siglo XXI).
Concretamente, el 12 de enero de 2021 hizo -25 grados en Bello (Teruel), -23 ºC en Santa Eulalia del Campo, -21,3 ºC en Calamocha, -21 ºC en Teruel, -18,5 ºC en Daroca y -18 ºC en Alhama de Aragón, por poner algunos ejemplos. En Royuela, también en la provincia de Teruel, hizo -29,9 ºC. Fue uno de los días más fríos de la historia de España.
Otro episodio polar tras una ruptura del vórtice polar para recordar en Europa ocurrió en febrero de 2018. En solo cuatro días ya se confirmaron una veintena de muertos en el continente, una cifra que se duplicó para cuando terminó la ola de frío, y se produjeron nevadas incluso en playas a orillas del Mediterráneo. La "Bestia del Este" trajo temperaturas de -24 °C en lugares de Alemania, -29 °C en Estonia y -18 °C en la República Checa.