A menudo las temperaturas que prevén los medios de comunicación y agencias meteorológicas no cuadran con las que marcan los termómetros en las marquesinas de autobuses y farmacias. Incluso hemos visto fotografías de 50 grados durante la ola de calor de julio en muchos de estos marcadores, pero ¿son de fiar? ¿Por qué no cuadran con el pronóstico del tiempo de la tele?
Este mes de julio se han batido unos cuantos récords de temperatura en España. El día 14 hizo 44 en Ourense, más de 42 en Madrid y Toledo, y se activaron los avisos rojos en un puñado de provincias. Los días siguientes, llegamos a 43 ºC varias jornadas consecutivas en Ávila y Ciudad Real, y los incendios empezaron a cobrar protagonismo.
Pero no llegamos a batir el récord histórico absoluto registrado en nuestro país, de 47,4 ºC, registrado en Montoro (Córdoba) en agosto de 2021. Habrá quien piense “el termómetro de pueblo marcó más grados”, incluso vimos en muchas marquesinas y otros termómetros de ayuntamientos, metros y farmacias alcanzar los 50 ºC. ¿Cómo se explica esto?
Para que un termómetro sea válido y la temperatura que marca sea oficial, ha de cumplir unos requisitos que no cumplen los termómetros que vemos en la calle.
Los termómetros de la red de estaciones meteorológicas oficiales “deben estar en garitas pintadas de blanco para que no absorban excesiva gradación, situados en torno a un metro por encima del suelo como mínimo y no pueden estar apantallados por obstáculos como árboles cercanos", explicó Beatriz Hervella, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), durante la reciente ola de calor.
Los termómetros de la calle se calientan mucho porque no están protegidos de la radiación y les da el sol de lleno. Por tanto la temperatura que marca es la que alcanzan los materiales de los que está hecho el termómetro, no la real del aire circundante.
En invierno, los termómetros de las marquesinas de autobuses también se enfrían de manera más rápida que el aire alrededor, aunque la diferencia de temperatura no suele ser tan drástica como en verano.
Los observatorios oficiales, además, no tienen pantallas ni luces, como ocurre por ejemplo en las farmacias. Suelen estar cubiertos con rejillas que evitan que le dé el sol al sensor y permiten la ventilación.
De esta manera, se garantiza que la medición de la temperatura del aire se haga siempre en condiciones similares, establecidas por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), y que son las mismas también para los demás países.
Además de los requisitos mencionados, las garitas de medición deben tener vegetación representativa de la región debajo, puesto que el suelo bajo el sensor también debe ser igual en todas partes, y no transmitir calor al termómetro.
Se insta a que la puerta esté orientada al norte (en el hemisferio norte) para que al abrirla para tareas de mantenimiento la radiación solar directa no falsee la medida, y estar ubicada lejos de obstáculos cuya presencia pueda afectar a los registros, como paredes muy reflectoras, chimeneas, etcétera.
Cuando se registra un récord de temperatura, los datos que llegan al Banco Nacional de Datos Climatológicos son sometidos a procesos de validación para detectar posibles errores. Después se comparan con las efemérides de la serie. En España, la Aemet opera una red muy densa de más de 3000 estaciones.
En toda la Tierra, la temperatura más alta fiable que se ha medido siguiendo estos requisitos fue de 54,4 grados el 16 de agosto de 2020 en el Valle de la Muerte de California.
Anteriormente, se midieron 56,7 ºC el 10 de julio de 1913, pero los expertos temen que los datos por aquella época no se recopilaban siguiendo las condiciones mínimas para ser tomados como buenos.
También en Túnez se midieron 55 ºC en julio del año 1931, pero la cifra no es considerada como fiable por los climatólogos por los mecanismos de medición de la época poco precisos.