Cada vez estamos más concienciados de la importancia de cuidar la salud mental, algo que conviene hacer a todas las edades, poniendo especial cuidado en los más jóvenes, que no siempre saben pedir ayuda o tienen las herramientas necesarias para entender lo que les pasa y hacerlo. En estos casos, la figura del psicólogo educativo es esencial, pero no es obligatoria en los colegios, depende de cada uno tenerla o no.
Esta es una figura que puede llegar a ser fundamental en las aulas, porque los profesores, que lidian a diario con los alumnos, sus problemas y sus dinámicas, no siempre cuentan con la formación para poder enfrentarse a todas las situaciones que ven, y tampoco tienen por qué, al fin y al cabo su función como docentes nada tiene que ver con la que tienen los psicólogos educativos.
Estos tendrían que formar parte del equipo docente del centro, estarían cada día en los colegios y de esta forma podrían estar al tanto de lo que sucede con los alumnos, estando a disposición de los alumnos en todo momento para poder ayudarles a gestionar sus problemas, estableciendo un vínculo con ellos, una confianza que es necesaria. De este modo podrían ser también un apoyo para los docentes, que en ocasiones se ven desbordados teniendo que asumir decisiones y afrontar situaciones para las que no están formados.
Esta no es una cuestión novedosa, hace tiempo que desde el Consejo General de la Psicología de España llevan pidiendo que esto sea así, que exista la figura del psicólogo educativo en todos los centros, evitando así que esta responsabilidad recaiga sobre los docentes cuando es algo que no les corresponde. También para que los niños puedan tener una mayor red de apoyo, sabiendo siempre que tienen a una figura de autoridad a la que recurrir en caso de necesitar ayuda.
En algunos centros sustituyen esta figura, que a su parecer debería ser fija entre el equipo del colegio, con un profesional que hace visitas puntuales. Un paso adelante, pero insuficiente para estos profesionales del sector que conocen los retos a los que se enfrentan los niños y opinan que ese tipo de atención es insuficiente. Si este profesional forma parte de la plantilla del colegio podrá intervenir cuando sea necesario y en el momento oportuno, incluso se podrá hacer un trabajo de prevención que de otro modo es imposible.
Algunos centros cubren este puesto con la figura del orientador, pero lo cierto es que este tiene otras atribuciones, de hecho los orientadores no tienen por qué tener tampoco formación de este tipo, por lo que se trata más de un parche que de una solución adecuada y que pueda ayudar a eliminar problemas o reducirlos. Este psicólogo educativo es también una gran ayuda para las familias, para las que ejerce como puente, ayudando a padres y tutores a afrontar situaciones con los alumnos a las que no siempre saben cómo reaccionar, como acoso o fracaso escolar.