Hace años que venimos escuchando el término de la ‘España vaciada’, un concepto que aparece cada cierto tiempo en el debate público y que delimita una realidad muy amplia, incluida la de todos aquellos niños y adolescentes que asisten a clases en el entorno rural.
En nuestro país hay aproximadamente 800 colegios rurales agrupados, también conocidos como CRA. Una gran mayoría se sitúan en zonas en zonas donde la despoblación es una constante y es necesario concentrar los recursos educativos.
Pero, ¿cómo funcionan?
Estas escuelas agrupan a varias localidades y permiten que los alumnos de entornos rurales accedan a una educación de calidad sin necesidad de abandonar sus pueblos. Como defienden muchos expertos, este modelo de escolarización es un pilar fundamental de la educación en esa España rural que sufre despoblación y bajos índices de natalidad.
Cuando funciona, estas escuelas actúan como anclajes que cohesionan a la comunidad a la que dan servicio, y se ha demostrado que son claves claves en la retención de población, especialmente en familias jóvenes que eligen quedarse ‘en el pueblo’ y desarrollar su vida allí, en lugar de trasladarse a zonas más pobladas.
La estructura típica de un CRA es muy variada, y cambia según la zona a la que da servicio. Está diseñada para acoger a grupos heterogéneos en edad y nivel académico. A diferencia de los colegios de zonas más pobladas, estos centros educativos agrupan en una misma clase a estudiantes de edades diferentes que comparten espacio común, colaborativo. Aquí no se prima tanto el aprendizaje segregado, sino la colaboración entre grupos de edades y entornos diferentes, el trabajo en equipo y la empatía.
El papel del profesor también cambia, ya que tiene que adaptar los contenidos a un grupo de alumnos muy diverso y diseñar las actividades para implicar a su alumnado al completo. Menos docentes, en itinerancia por distintos CRA, para menos alumnos. La estructura siempre cuenta con algunas figuras clave: un tutor por ciclo educativo: en general, un profesor asignado a cada ciclo (segundo ciclo de Infantil (3-6 años), primer ciclo de Primaria (6-8 años), segundo ciclo de Primaria (8-10 años) y tercer ciclo de Primaria (10-12 años). Este permanece en el centro y no rota por otros CRA. Los profesores de educación física, Música, Lengua extranjera y Religión suelen itinerar entre varios centros, salvo que actúen como tutores, en cuyo caso permanecen en un único colegio. El profesorado también incluye a especialistas en pedagogía terapéutica, audición y lenguaje y fisioterapia para atender a los estudiantes con necesidades específicas de apoyo educativo.
Otro aspecto clave es el enfoque que se le da a las clases. Aquí es donde se aprecian grandes cambios frente a los colegios tradicionales de los núcleos más poblados. El currículum y las actividades se diseñan, en muchos casos, para aprovechar el entorno natural y social de cada comunidad rural. Dos conceptos priman: pedagogía vivencial en espacios naturales, y trabajo en el vínculo con el entorno. La falta de instalaciones dificulta pero no impide, y para eso están los Centros Rurales de Innovación Educativa, también llamados CRIE, dotados con laboratorios de ciencias y aulas de informática para desarrollar actividades que necesitan medios específicos.
La flexibilidad de este modelo de educación en zonas rurales suele hacer que cada centro adapte sus actividades a la realidad local, integrando proyectos de desarrollo comunitario y preservación cultural. Hablamos de un tipo de comunidad (las de marcado perfil agrícola, por ejemplo) que genera un tipo de currículum específico para que los alumnos sean más conscientes de los lazos con su entorno: huertos escolares, proyectos de reciclaje y sostenibilidad para involucrar a los niños y a sus familias, talleres de artesanía o festivales de tradiciones locales.
Una de las razones más habituales para que las familias se trasladen a áreas urbanas es la falta de acceso a una educación de calidad en el entorno rural. Los CRA actúan como dique de contención para la despoblación: no solo aseguran una educación básica para los niños de estas zonas alejadas de los centros urbanos. En muchos casos tienen un papel muy importante en la decisión de las familias de permanecer allí, creando sus propios lazos y fortaleciendo su red familiar y social.