Daniel Turienzo es maestro en Educación Infantil y profesor en la Universidad Camilo José Cela. Es también, junto a Jesús Rogero, uno de los autores de 'Educafakes', un libro con el que ambos expertos pretenden desmontar hasta 50 mitos que rodean al sistema educativo español y que han sido popularmente aceptados como veraces, sin ser ciertos. Según ellos, la educación refleja el modelo de individuo y de sociedad al que aspiramos, lo que la sitúa en el centro de la batalla cultural, siendo desde siempre un "arma eficaz para preservar intereses y privilegios económicos, religiosos y partidistas".
En esta pugna, determinados sectores sociales y medios de comunicación avivan el ruido, la confusión y la emocionalización del debate, inhibiendo la reflexión pausada y conduciendo a "conclusiones rápidas, simples y falaces". Algunas de ellas son tan peligrosas para el alumnado como la creencia de que "el inmigrante obtiene peores resultados debido a sus costumbres", "el alumno repite curso porque no se alcanzan las competencias mínimas", "los alumnos con discapacidad retrasan el aprendizaje de sus compañeros" o "para mejorar la educación solo hay que imitar los modelos de los países milagro", cuando es la sociedad al completo la que tiene que modificarse para generar el cambio.
Como maestro de infantil, Turienzo ha hablado en Informativos Telecinco web sobre el sistema de notas que se emplea actualmente en España en las aulas de 0 a 6 años. Los centros califican la evolución de los niños, desde que son bebés, basándose en los ítems de la guía Portage, un instrumento de la evaluación del desarrollo basado en patrones adecuados a cada rango de edad, como si el niño ya alcanza los objetos con la mano, si ha aprendido a comer con cuchara, si responde a su nombre, reconoce sonidos o distingue colores y formas. A medida que el niño crece, se van añadiendo nuevos ítems como si construye frases de más de tres palabras, conoce los animales y las plantas, introduce unos objetos dentro de otros o memoriza canciones y poesías sencillas.
Estos aprendizajes se califican con un modelo de casillas divididas en "iniciado, en proceso y conseguido" y un pequeño comentario sobre el niño que aporta el docente al final. Sin embargo, para Turienzo, la comunicación sobre la evolución del niño al final de cada trimestre debería ser más "personal" y ajustarse a la realidad de cada alumno:
"Yo he intentado acabar con ese sistema de ítems en varios colegios y son los padres los que no han querido. Como maestro de educación infantil, creo que siempre es mejor es escribir un informe cualitativo. Puede que un niño que tiene un punto de partida mejor puede no haber avanzado mucho y, al final, en un sistema de ítems, le vas a poner que lo ha conseguido todo. Y, sin embargo, un niño con un punto de inicio peor, por la circunstancia que sea, sí que puede haber evolucionado dentro de su espectro, pero va a tener muchos ítems que no consigue, por lo que este sistema no refleja la evolución real", ha dicho.
"Para mí es mucho mejor hacer un comentario personal que sí muestre la evolución de ese niño, aunque eso a los docentes nos lleve mucho más trabajo", ha concluido. Sin embargo, en su trayectoria profesional, se ha encontrado con muchos padres que sí prefieren el sistema de casillas, en vez de un texto explicativo sobre su hijo.
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