El trabajo de los profesores y las profesoras es una labor crucial para las próximas generaciones y futuros profesionales de nuestro país y el mundo. Sin embargo, muchos de los docentes se tienen que enfrentar a situaciones muy complicadas en las aulas. Es el caso de la profesora del IES Ramón Muntaner de Xirivella que fue agredida de forma brutal por un alumno del instituto valenciano que estaba expulsado de forma temporal y que se metió en su clase para saludar a un amigo en mitad de una prueba.
La situación fue realmente grave y expone además los problemas que atraviesa la Educación, especialmente los centros públicos que registran continuas agresiones o actos violentos. Dado el escenario actual, muchos ciudadanos se preguntan cómo se supera -para evitar que se repita- que un alumno pueda entrar en un centro estando expulsado, pueda entrar en una clase que no es la suya y agredir a un o una profesional.
A la cuestión responde Enric Valls, psicólogo experto en Educación: "El menor que agrede a un adulto suele tener poca empatía, poca sensibilidad, normaliza la violencia y tiene el pensamiento de que está por encima de la norma. Si es reincidente, es porque no ha tenido las consecuencias suficientes que algo así conlleva. Hay que conocer muy bien el entorno del menor para saber por qué se comporta así. Hay que trabajar las medidas adecuadas. Tanto a nivel individual, como a nivel familiar".
El especialista cree que, cuando un alumno ya manifiesta comportamiento violento, sus actos deben tener consecuencias. Es decir, imponer un parte como castigo y pasar página no funciona. Hay que ir más allá. Lo primero es seguir atendiendo a la situación del estudiante y hablar con su familia: "Un menor agresivo es un menor angustiado. Con estos chicos hay que trabajar mucho la sensibilización de la violencia, la concienciación del daño y, sobre todo escuchar cuáles son sus necesidades, acompañarles y reestructurar todas las ideas que tienen de que se está por encima de la norma o de que hay cualquier tipo de impunidad", precisa Valls.
La teoría se muestra fácil, pero la práctica manifiesta los problemas: en muchas ocasiones, los centros no cuentan con expertos para trabajar con los alumnos con comportamientos violentos o no tienen departamentos para ello. Hay falta de docentes. Y muchas veces es porque buscan otro sector laboral, cansados de las faltas de respeto. De establecerse medidas que eviten agresiones como la ocurrida en Xirivella, como piden los docentes y especialistas en Educación, mejorarían las cosas de forma notable.
La docente agredida en Xirivella está de baja médica y tiene "pánico" a volver al trabajo. El estudiante fue detenido y puesto en libertad a las pocas horas. El personal del centro sigue recuperándose del susto, que ha generado gran indignación en los sindicatos. Porque estas situaciones se repiten: "Hemos detectado un incremento de la conflictividad en los centros. Lamentablemente, hay casos en los que hay agresiones. En los últimos meses ha habido varias. Y esta última nos ha hecho ya dar el paso de presionar a la Conselleria para que tomen medidas. Estamos asesorando a la docente agredida para ver cómo actuar", ha explicado Marc Candela, coordinador d'Acció Sindical de STEPV.
Para Candela es llamativo que "la agresión del estudiante fue a una docente que ni siquiera era su profesora" y que pudiera regresar el joven al centro al día siguiente. "Es un indicio de impunidad. Evidentemente, este alumno tiene un problema que hay que abordar", ha precisado. Por su parte, José Seco, presidente autonómico de CSIF Educación, ha destacado que, hace unos meses, "una encuesta con más de 3.000 docentes concluyó que más del 90% de ellos han sufrido algún tipo de situación de convivencia que no se ajusta a la normativa". "Más del 70% han vivido situaciones de agresiones y desde Educación debemos de trabajar para mejorar esa situación y revertirla. La Ley de educación no pactó lo que pedíamos, que era un estatuto del docente que brinde seguridad jurídica a los docentes", ha subrayado Seco.
Esa seguridad fue la que le faltó a la profesora de Xirivella. Y no quieren que se repita un caso similiar. Porque, según han explicado a Informativos Telecinco varios estudiantes del mismo centro, el chaval "había estado merodeando estos días por el centro", cuando estaba expulsado, "y un guardia salió a advertirle de que no podía estar cerca de la zona". Los amigos del joven dicen que "aunque es una persona tranquila, si le provocan, salta y puede llegar a agredir". Se suele salir de clase cuando se aburre y se pone los auriculares. El día de la agresión, entró en un aula que no era la suya para saludar a un aigo y, cuando vio que la profesora le insistió en salir, le pegó un tortazo y arrastró a la mujer por el suelo. Algunos menores dicen que, aunque este caso fue excepcional, es normal agredir verbalmente a los profesores y dar portazos. Los actos en contra de la violencia piensan que son para dar una buena imagen. Algo que debe cambiar, acompañado de medidas efectivas.
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