'YNoPasaNada', el 'SeAcabó' contra la discriminación escolar de niños con autismo: "Lucía ha estado años aislada del resto"
Belén, la madre de Lucía ha conseguido con un movimiento iniciado en 'X' (el antiguo Twitter) que se visibilice la discriminación que sufren algunos alumnos TEA
Las aulas TEA se crearon para acoger a alumnos con trastornos del espectro autista en determinados momentos del día, pero no siempre
La madre denuncia que su hija no ha participado en toda la primaria de ninguna actividad del colegio como el resto de niños
Cuando su clase se iba de excursión, Lucía se quedaba en el colegio. Cuando todos los alumnos iban vestidos de verde porque era el día del reciclaje, Lucía iba vestida de rojo porque a su casa no había llegado ninguna nota avisando a los padres. En la fiesta de fin de curso Lucía no participaba en las actividades, se iba al patio de detrás con otros niños como ella “para no molestar”. Ni siquiera en la foto de la fiesta de graduación con todos los compañeros de su curso aparece Lucía.
Situaciones como esta lleva años denunciándolas Belén, madre de Lucía, que actualmente tiene 15 años. Lucía tiene autismo y toda la primaria ha estado matriculada en un centro escolar público de Madrid con aula TEA. Estas aulas se crearon para acoger a alumnos con trastornos del espectro autista. La idea es que estos niños pasen la mayor parte del tiempo en el aula ordinaria, con el resto de compañeros, pero que en determinadas horas vayan al aula TEA donde son atendidos por profesionales específicos. Esa es la teoría. Porque en el caso de Lucía, y la de otros muchos como ella, eso no sucede. Se pasan el día en el aula TEA “encerrados”, “aislados” del resto de alumnos, como denuncian sus padres.
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A Lucía le diagnosticaron con 18 meses trastorno del espectro autista. Fue un amigo psicólogo de los padres quien se dio cuenta. La niña no atendía a su nombre, se quedaba arrinconada, no señalaba, no interactuaba con el resto. “Nos había costado mucho tener a Lucía y estábamos muy ilusionados con ella, igual que a día de hoy, pero, como padres primerizos, no fuimos conscientes de lo que le ocurría”, cuenta su madre.
"Pensamos que era bueno para Lucía"
Cuando llegó la hora de escolarizarla, con tres años, la orientadora del equipo de atención temprana de la Comunidad de Madrid les habló de las aulas TEA que existen en algunos centros públicos para que estos niños puedan recibir “durante un ratito” el apoyo que necesitan. “En aquel momento estábamos perdidos en temas de educación e hicimos caso a lo que la orientadora nos dijo. Nos parecía que aquello podía ser muy bueno para Lucía”, recuerda Belén.
Ahora no piensa lo mismo. “Para ella, el aula TEA fue matarla en vida. Si la hubiéramos escolarizado en un aula ordinaria o en cualquier otro sitio, hubiese estado mejor que en un aula TEA. No porque los profesionales del aula TEA hayan sido malos, porque no lo han sido ni mucho menos, pero sí por los profesores del aula ordinaria que ha tenido a partir de los seis años, que no la han integrado”, reconoce.
Fue ahí cuando empezó “su infierno”, según sus propias palabras. “Lucía pasaba todas las horas de su jornada lectiva, de 9.00 a 16.00 horas, en el aula TEA con su PT (profesional de pedagogía terapéutica) y la integradora social. A ratitos había otros niños, porque ellos sí salían algunas veces; Lucía no”.
Al poco tiempo, los padres de Lucía, que entonces tenía seis años, se dieron cuenta de que la niña no participaba en ninguna actividad del colegio. “Yo veía autobuses en la puerta del colegio con sus compañeros del aula ordinaria irse de excursión sin Lucía; otro día les veía en la fila a todos con alguna manualidad y me daba cuenta de que a Lucía no le habían mandado hacer nada de eso, a pesar de que ella podía, aunque con dificultad..”, recuerda. Así una detrás de otra.
Aprendió a leer y escribir en casa
Los padres de Lucía se han partido los cuernos para sacar a su hija adelante. En casa la niña ha aprendido a leer, a escribir, a sumar, a multiplicar, a dividir, a hacer "millones de cosas que nunca hubiera aprendido" si no llega a ser por ellos. “Ella nunca ha entrado a clase con el resto de compañeros y en el aula TEA le enseñaban otro tipo de cosas, pero no el currículo del curso, ni mucho menos”, asegura su madre.
Cuando Belén trató de preguntar a una de las profesoras de Lucía que por qué la niña no entraba en el aula ordinaria, la maestra se puso muy nerviosa. “Es que yo no puedo con tu hija, es que es imposible que tu hija entre a mi clase”, me dijo. “A mí se me cayó el mundo encima. Y le dije que mi hija tenía el mismo derecho a la educación que cualquiera de sus otros alumnos. Pero ella me contestó que las madres estábamos todas locas y que no nos dábamos cuenta de cómo estaban nuestros hijos”.
Su guerra en redes sociales
Aquello fue un punto de inflexión. Belén comenzó entonces su propia guerra en redes sociales denunciando la discriminación que su hija estaba sufriendo: las actividades en las que nunca participaba, las adaptaciones curriculares para poder seguir del curso que nunca le hicieron, la ignorancia máxima que sufrió por parte de algunos profesores. A partir de ahí empezó a recibir decenas de mensajes privados de madres que como ella estaban viviendo la misma situación.
Hace una semana Belén creo en Twitter el 'hashtag' #YNoPasaNada, que se ha hecho viral. Bajo el mismo 'hashtag' se han publicado testimonios que ponen los pelos de punta. De padres, pero también de profesionales del espectro autista y de otras discapacidades que denuncian casos similares, pero que nunca ocurre nada. “Mi hija necesita anticipación del temario para ir tranquila al cole y su profe me dice que ella improvisa, que lo que tiene que hacer es ser como los demás. Le digo que eso no es posible porque es autista y me dice: ‘¿Pero autista grave? ¿Y por qué no la medicas?”. O este: “La tutora de 4° de primaria me lo dijo así tal cual. ¿Tu hijo que hace aquí? ¡¡¡Esto es un colegio!!!". O este otro: “Laura, 14 años y TEA sin diagnosticar. Tres compañeros de clase empiezan a acosarla por ser rara, toda la clase se une al acoso y también varios profesores, la coordinadora del instituto le dice que es culpa suya por no saber relacionarse y no saludar a sus agresores”.
Belén lleva años visibilizando prácticas educativas “discriminatorias” que son invisibles porque nadie las ve porque simplemente se han normalizado en muchos colegios. “Nunca había conseguido, hasta que he creado el 'hashtag' donde publico mi experiencia, que la gente me siga tanto”, señala. “Nunca pensé que ese 'hashtag' iba a explotar de esa manera. Estoy contenta y a la vez aliviada porque todas esas experiencias que están saliendo a la luz son las que he vivido con mi hija y llevo escuchando muchos años”, asegura.
Lucía estudia este año tercero de la ESO en un instituto público también con aula TEA. “Ahora mismo sí tiene profesionales que la quieren, pero otros que no. Así que en determinadas asignaturas entra en el aula ordinaria y en otras, no. Dependemos de que el profesional quiera que entre. Y eso no es educación”, señala. “En secundaria es difícil que Lucía pueda seguir el ritmo de la clase. La pena es que cuando en primaria sí podía, la tuvieron metida en una cárcel”.