Es habitual verlo. Familias que entregan a sus hijos más pequeños dispositivos móviles mientras comen para conseguir que estén tranquilos en la mesa. Una situación que se repite no solo en restaurantes, también en los hogares, en las reuniones sociales y hasta cuando están con otros niños. Hacer uso de la tablet o el móvil en edades inferiores a los tres años está normalizado a pesar de que numerosos estudios demuestran que el uso tan temprano de pantallas puede tener consecuencias negativas para el desarrollo de los pequeños.
"Los pediatras estamos muy preocupados por cómo afecta la tecnología y su mal uso en la edad pediátrica, sobre todo en los menores de tres años, por ser un colectivo especialmente vulnerable al estar en pleno neurodesarrollo", explica a NIUS María Salmerón, de la Asociación Española de Pediatría.
Lo presencian cada vez más a menudo en sus consultas pediátricas. Niños con retraso en la adquisición del lenguaje, que "son capaces de hacer sonidos pero les cuesta formular palabras". El abuso de tabletas y móviles altera, según los especialistas, el desarrollo natural de sus jóvenes cerebros. Los expone a multitud de estímulos que no están preparados para procesar.
Ya en 2017, un estudio dirigido por pediatras en el Hospital for Sick Children de Canadá, constató que dos de cada diez niños de entre seis meses y dos años pasaban una media de 28 minutos al día usando las pantallas y eso afectaba a su desarrollo del lenguaje. Por cada incremento de 30 minutos de tiempo con una pantalla móvil, los investigadores descubrieron un 49 por ciento más de riesgo de sufrir retrasos del lenguaje expresivo.
Otro estudio confirmaba que los pequeños que dedican demasiadas horas al día a estar en contacto con tablets, móviles o televisión tienen niveles más bajos de mielina. La mielina es una sustancia que recubre los axones de las neuronas, lo que permite que la conectividad neuronal y su velocidad sean adecuadas. Es decir, si hay disminución de la mielina el procesamiento cerebral es más lento.
"La mejor manera de estimular a un niño para el desarrollo del lenguaje es la interacción con otros niños y otros adultos. Lo ideal es realizar actividades con los niños como leer cuentos, cantar canciones, así como interactuar y hablar con ellos. De esta forma se fomenta el uso del lenguaje y la adquisición del vocabulario en los niños", recalca. "Si se prescinde de ello pasa lo que estamos viendo, que una sobreexposición en esta edad a las pantallas produce el efecto contrario, un retraso en el desarrollo psicomotor, no sólo a nivel del lenguaje, sino en muchas otras áreas", explica Salmerón.
"Aparte de afectar al desarrollo del lenguaje, el uso de las pantallas influye muy negativamente en el manejo de las frustraciones, por ejemplo cuando se dejan los dispositivos al niño si tiene una rabieta en vez de acompañarle de una forma respetuosa", indica la experta. "También en el desarrollo de la psicomotricidad fina y la psicomotricidad gruesa. Al final, el pequeño pasa mucho tiempo sentado en un espacio que es bidimensional y el niño necesita jugar, explorar, correr, saltar y desarrollar la manipulación, y eso no se aprende frente a una pantalla, se aprende subiendo y bajando una cremallera, metiendo unos objetos dentro de otros, etcétera", alerta la pediatra.
Los últimos estudios indican que los niños no son capaces de comprender la conexión entre el mundo bidimensional en la pantalla y el mundo tridimensional que los rodea. "Aunque puedan imitar lo que ven en la pantalla, no siempre pueden transferir eso al mundo real y al resto de sus vidas", asegura. "El pensamiento simbólico y la flexibilidad de la memoria es algo que las aplicaciones no son capaces de lograr, por muy interactivas que sean".
Afecta también a su incipiente salud mental. La Asociación Española de Pediatría publicó en 2022 un Análisis del temperamento infantil relacionado con el uso de pantallas que revelaba que la mayoría de los niños en edad temprana estaban expuestos más de una hora al día a las pantallas, tiempo que aumentaba en las edades superiores, en torno a las 7 años. La principal conclusión del estudio fue que “a mayor tiempo de exposición existe una mayor probabilidad de crear adicción y, a la vez, de padecer síntomas como el déficit de atención-hiperactividad, depresión, ansiedad y cambios en el patrón de sueño”.
"La recomendación en esta edad es que no hay un uso seguro de uso de pantalla y que si se realiza un uso en esta edad debería de ser en periodos muy cortos con una finalidad de relación social, es decir, a través de videollamadas y con un objetivo concreto, respetando siempre los tiempos de atención, que en esta edad son muy cortos", propone la pediatra.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños menores de dos años no usen para nada los dispositivos electrónicos. A partir de los dos años y hasta los cinco, recomiendan no más de una hora diaria frente a las pantallas.
Un problema añadido es, la falsa percepción que tienen los padres respecto al tiempo que pasan sus hijos frente a la pantalla. "Cuando detectamos las dificultades en el habla de los más pequeños y se le pregunta a los padres si es que están haciendo un uso aumentado de la tecnología se sorprenden, pero lo que hemos constatado es que cuando disminuyen ese uso y lo regulan los niños mejoran a nivel psicomotor", destaca.
"La Asociación Española de Pediatría ha publicado recientemente una herramienta que puede ayudar a los padres a la gestión de la tecnología en la familia, que es el Plan Digital Familiar", avanza Salmerón, miembro del Comité que ha elaborado este plan. "Hay recomendaciones para todas las edades, pero se centra, sobre todo en la idea de que la mejor manera de prevenir los riesgos del abuso de las pantallas es a través de la educación y para ello es imprescindible que los adultos hagamos un uso seguro y responsable de la tecnología, evitando el sobre uso y siendo el mejor ejemplo para nuestros hijos. Nos tendremos que empezar a preguntar qué papel queremos que la tecnología tenga en nuestras vidas y tenga en nuestras familias e intentar educar de la mejor manera posible a los niños", concluye la pediatra. "Hay mucho en juego".